Todos a menudos imaginamos un mundo en el que el dolor no exista. Pero el dolor tiene un papel fundamental en la preservación de los seres vivos, los alerta ante un elemento que les produce daño. En general, la intensidad del dolor busca una respuesta más inmediata.
En el caso de los robots la sensibilidad es importante para poder interactuar efectivamente con el entorno. Para conseguir mejores resultados un equipo de científicos de la Universidad de Hong Kong desarrollo una piel robótica conocida como NRE-Skin. Aunque ya existen pieles artificiales destinadas a percibir el entorno, en este caso se intenta emular el accionar del sistema nervioso.
Funcionamiento
La piel robótica tiene cuatro capas que actúan como los niveles de la epidermis humana. En la parte inferior están los sensores y circuitos que cumplen la función de nuestros nervios.
Cada 75 a 150 segundos la piel envía una señal eléctrica al CPU del robot aún cuando no esté tocando nada. Este es un sistema de revisión que confirma que todo está funcionando bien.
Algo similar ocurre con los seres humanos cuando están mucho tiempo quietos. A veces el cuerpo envía una señal de revisión. Cuando estando acostado tu pierna de mueve súbitamente sin que te lo propongas es por esta razón.
Volviendo a la piel robótica. Si la superficie es dañada o cortada el pulso se interrumpe y de esa manera el robot sabe donde ha sido dañado.
De forma más común, cuando la piel entra en contacto con algun objeto envía una señal diferente que transmite información sobre la presión aplicada. A ciertos niveles esta señal es clasificada como un contacto, cuando la presión es mayor pasa a la categoría dolor.
Auto reparación
Una cualidad extra destacable del sistema es que puede repararse fácilmente. La piel está conformada por parches magnéticos. Una sección dañada se retira y reemplaza con otro en un momento.
