Durante la administración de Joe Biden Estados Unidos lanzó la ley de Chips y Ciencia con la que esperaba darle un gran impulso al desarrollo científico, tecnológico e industrial vinculado a los procesadores y las IA. La iniciativa ha sobrevivido al cambio de gobierno, pero Donald Trump ha visto la oportunidad para presionar y obtener algo a cambio de los beneficios que se han otorgado a las compañías.
El caso más notorio es el posible pedido a Intel para que un crédito de unos USD 10900 millones se traduzca en acciones de la empresa en posesión del estado federal. Según los cálculos realizados en la Casa Blanca se obtendría un 10% de participación en la organización. Como consecuencia de esta acción el gobierno federal se convertiría en uno de los principales accionistas y tendría una fuerza importante a la hora de la toma de decisiones.
Una compensación
Muchas veces hemos visto a compañías obtener créditos o ayudas de los gobiernos cuando están en problemas. Hay razones para que esto suceda, tales como el impacto económico negativo y la pérdida de empleos. Pero es cierto que muchas veces hay una mala administración o errores de estrategia que no deberían ser solventados por el estado. Y muchas veces el público señala, que si el país va a efectuar un rescate, que al menos reciba acciones como compensación.
Si la Casa Blanca decide hacer efectivo el pedido de acciones es posible que podamos ver cuáles son las consecuencias de este tipo de postura.
¿Y la competencia?
Tomar acciones de una compañía puede no ser una solución al gasto del estado. Intel afronta un futuro incierto como parte de un importante retraso competitivo. Sus chips más avanzados no tienen la misma calidad que los de la competencia, y la compañía ha señalado que no invertirá para la producción en masa hasta que no consiga contratos con suficientes clientes.
En general cuando una empresa privada tiene participación estatal es porque opera en un campo muy específico en el cual no existe una verdadera competencia local. Como por ejemplo la producción de energía. Si EEUU adquiere acciones de Intel, otras compañías del sector podrían preocuparse porque su rival obtenga un trato de preferencia, o incluso acceso a contratos de forma exclusiva.