Una de las tensiones que se ha producido con el desarrollo de la inteligencia artificial es la que se da entre los creadores (escritores, músicos y otros artistas) y los modelos generativos que se entrenan con sus obras. Unos se quejan de como sus trabajos son utilizados sin autorización o compensación. Los desarrolladores sostienen que se trata de un caso de uso justo y que las IA aprenden de las obras tal y como lo hacen otros seres humanos para luego realizar sus propios trabajos.
Un estudio encargado por el Parlamento Europeo ha descartado el argumento de los desarrolladores y apuntado a la necesidad de compensar a los creadores.
Copiar y reproducir sin comprender no es uso justo
La idea que a menudo presentan las compañías equipara el entrenamiento de las IA al aprendizaje humano. Según el informe dicha analogía es, al menos en términos legales, engañosa. Las IA generativas producen copias y procesan el material tal y como aparece en las obras. Las IA, se apunta, no entienden lo que procesan de la misma manera en que lo hacen los seres humanos. Actúan sin entender, siguen patrones estadísticos. No actúan en base al significado de las cosas.
Esta diferencia tiene consecuencias legales.
Hasta donde entendemos, la diferencia sería similar a ver un cuadro y tratar de imitar el estilo del autor (comprendiendo mentalmente formas, proporciones, uso de colores, etcétera), y por otro lado tener al lado el cuadro y copiar elementos del mismo en un nuevo cuadro.
Los derechos de los autores
El estudio recomienda establecer excepciones para el entrenamiento de las IA, pero al mismo tiempo asegurar una compensación justa para los autores y los dueños de los derechos de las obras. También apunta que el trabajo realizado puramente por una IA debe permanecer sin protección alguna.