Nvidia atraviesa días de inquietud en medio del impulso global por la inteligencia artificial. Después de presentar resultados trimestrales brillantes, sus acciones cayeron cerca de un 9 % desde el 20 de noviembre, lo que equivale a más USD 440 mil millones evaporados en capitalización. El detonante principal fue un informe que indicó que Meta, uno de sus grandes clientes, está negociando la compra de procesadores desarrollados por Google para sus centros de datos, lo que abre un escenario de mayor competencia en un mercado que hasta ahora Nvidia dominaba con comodidad.
A esto se sumó la aparición de Michael Burry, conocido por anticipar la crisis subprime, quien publicó un análisis donde cuestiona la manera en que las empresas tecnológicas contabilizan la depreciación del hardware de sus servidores y criticó la respuesta de Nvidia a sus planteos. Para Burry, el problema de fondo es el ritmo al que quedan viejas las infraestructuras actuales. En ese punto retoma declaraciones de Satya Nadella, CEO de Microsoft, quien advierte que los centros de datos están perdiendo vigencia demasiado rápido debido a la velocidad con la que evolucionan los procesadores de Nvidia. Su frase —“no quiero construir gigavatios que duren apenas una generación”— resume la duda sobre la sostenibilidad de las inversiones.
Aunque las GPU de Nvidia todavía ofrecen ventajas técnicas frente a los chips de Google, los de este último son más económicos de operar. Y Google tiene recursos suficientes para llevar la competencia a un terreno donde el precio sea decisivo. A la vez, los grandes clientes —Meta, Microsoft, Amazon— están explorando alternativas o desarrollos propios, lo que podría reducir la demanda futura del hardware de Nvidia.
Consecuencias
Si el sector desacelera el ritmo frenético con el que levanta centros de datos para evitar quedar atado a equipos que envejecen antes de amortizarse, el impacto para Nvidia sería notable. La incertidumbre ya se reflejó en empresas asociadas al ecosistema: CoreWeave, Oracle y Super Micro Computer registraron caídas importantes durante la última semana. Además, surgieron advertencias sobre los riesgos financieros para compañías que construyen infraestructura pensando en una expansión que podría moderarse.
Sin embargo, el panorama no es uniforme. Alphabet mostró un repunte del 13 % de crecimiento en cinco días. Esto sugiere que el impulso de la inteligencia artificial ya no beneficia por igual a todos los jugadores y que los inversores están afinando la selección de ganadores.
¿Ha llegado la hora de la madurez del mercado o se trata de un pequeño descanso en la escalera ascendente de la IA?





