Una parte de la gran novela ha llegado a su fin, OpenAI ha completado la transición hacia la estructura de una empresa con fines de lucro. De esta manera desbloquea la posibilidad de salir a la bolsa. Sam Altman, CEO de la compañía, ha señalado que la IPO es muy probable, pero no existen por el momento planes concretos. El cambio también podría ser favorable a la hora de buscar nuevas inyecciones de capital al proyecto.
El trato con las autoridades
La compañía enfrentaba resistencia al cambio, tanto desde adentro como desde afuera. Las demandas de Elon Musk fueron especialmente llamativas, dada la historia que el empresario tiene con la empresa. El hecho de ser competidor directo con xAI también le daba a la situación un toque extra de drama.
El principal problema que tenía OpenAI era la postura del Fiscal General de California, Rob Bonta, que no favorecía el cambio. Sin embargo, varias figuras políticas de gran influencia hablaron con el funcionario a favor de la empresa. El temor de muchos políticos era que si OpenAI no lograba lo que quería, Altman podría optar por abandonar el estado. El empresario había manifestado en varias ocasiones su deseo de permanecer en California, lo que sugería que irse, áun como último recurso, era una posibilidad.
A cambio de la aprobación OpenAI aceptó una serie de reglas que la ponen bajo la supervisión de su forma original, la fundación OpenAI, que persiste como una entidad aparte, y el fiscal general.
El trato con Microsoft
Otro acuerdo importante producido a consecuencia del cambio de estructura es el que se ha dado con Microsoft. La compañía creada por Bill Gates se quedó con el 27% de las acciones de OpenAI. Además, ahora Microsoft puede asociarse con otras empresas para proyectos relacionados con la búsqueda para el desarrollo de una inteligencia artificial general.
Microsoft también retiene derecho de acceso a los modelos producidos por OpenAI hasta 2032, pero excluyendo cualquier hardware producido para el mercado consumidor.





