PROYECTO STARGATE TODOS LOS DETALLES

MIE, 10 / SEP / 2025

Stargate es una infraestructura de inteligencia artificial concebida para operar como un “sistema nervioso” digital permanente. Rompe con la lógica del data center pasivo y promete cómputo continuo a escala planetaria, con impactos técnicos, políticos, ecológicos y geopolíticos de primer orden.

Autor: Claudio Peña

Qué es Stargate y quiénes lo impulsan

El proyecto plantea una infraestructura cognitiva que razona y coordina procesos sin intervención humana directa, alojando modelos de múltiples dominios que interactúan entre sí y permanecen activos de forma ininterrumpida.

La diferencia no es de tamaño, sino de función: mientras un centro de datos responde, Stargate actúa. Esta inversión conceptual convierte a la inteligencia artificial en la función misma de la infraestructura, capaz de coordinar procesos cognitivos en tiempo real y sostener modelos de ultraescala con datos y cómputo masivos.

En el consorcio aparecen OpenAI, SoftBank, Oracle y MGX, junto con proveedores de semiconductores, redes ópticas, refrigeración y ciberseguridad, y con una base territorial que prioriza energía disponible y marcos regulatorios flexibles en Estados Unidos, Japón, Arabia Saudita, Noruega y Emiratos Árabes Unidos, entre otros.

El desafío no es cuantitativo, sino funcional: transformar la infraestructura para que actúe como base cognitiva, no solo como soporte técnico. Stargate busca integrar, en un solo cuerpo operativo, capacidades de cálculo masivo, acceso instantáneo a datos globales, ejecución autónoma de modelos multimodales y sistemas de interacción con entornos físicos o virtuales.

Arquitectura y operación continua

Stargate aspira a ejecutar modelos durante meses o años sin cortes, con un comportamiento proactivo que analiza, anticipa y decide en tiempo real. Para sostener esta continuidad, combina superchips optimizados para entrenamiento e inferencia, interconexión óptica interna que reduce latencias y consumo, y memorias persistentes de alta velocidad que conservan estado entre tareas, habilitando razonamientos extendidos y contextos largos.

La disposición física prioriza ultraescala integrada: capas funcionales de cómputo, memoria, conectividad, control y refrigeración líquida coordinadas por algoritmos de balance térmico y autocorrección, con resiliencia operativa ante fallas parciales.

El resultado es una plataforma que procesa datos antes de ser solicitados, detecta patrones emergentes y ajusta su lógica en tiempo real, algo inviable en infraestructuras convencionales fragmentadas.

Comparativa visual entre la nube clásica y Stargate: mientras la infraestructura cloud tradicional distribuye recursos bajo demanda a múltiples usuarios, Stargate centraliza el cómputo en una plataforma persistente donde la inteligencia artifi cial opera de forma continua, coordinando procesos a escala planetaria.

Gobernanza, impacto y estado del proyecto

La centralización de poder computacional introduce asimetrías de acceso al conocimiento y abre dilemas sobre quién decide qué se entrena, con qué fines y bajo qué criterios de validación.

La ciberseguridad y el riesgo sistémico son críticos: una intrusión podría alterar simulaciones científicas o diagnósticos sin detección inmediata, y los puntos únicos de falla elevan la exposición ante cortes de energía o fallos de refrigeración.

En la arena internacional, Stargate se perfila como infraestructura estratégica comparable a programas espaciales o nucleares, con debate abierto sobre cómo gobernar un “cerebro” planetario y la noción de infraestructura algorítmica crítica discutida por organismos como la OCDE, UNESCO y la Unión Europea.

En lo ambiental, el consumo sostenido de energía y agua, y la dependencia de materiales críticos, obligan a revisar prioridades de recursos en un contexto de escasez.

Como vías complementarias, edge AI y cómputo federado prometen menor latencia, privacidad mejorada y autonomía técnica distribuida. En cuanto al avance concreto, el 21 de enero de 2025 se constituyó Stargate LLC, con un plan inicial de 100 mil millones de dólares y meta de 500 mil millones en cuatro años para superar los 10 GW de capacidad.

La primera sede en Abilene, Texas, ya despliega racks con Nvidia GB200 y tendrá una planta térmica dedicada; Oracle sumó 4,5 GW en Estados Unidos para albergar más de dos millones de chips.

El despliegue enfrenta demoras logísticas y podría reescalarse con un centro más compacto en Ohio, mientras que Noruega prevé un nodo de alta capacidad para 2026 y se proyecta una instalación en Emiratos Árabes Unidos; incluso se reporta una infraestructura en Wyoming de hasta 10 GW como posible complemento del ecosistema.

El control de la inteligencia computacional plantea desafíos éticos que exceden la propiedad sobre el hardware. También redefine el rol de los estados, las universidades y la sociedad civil en el acceso y uso del conocimiento generado por sistemas de IA avanzada. Esta disputa por el control simbólico y material se cruza con intereses globales más amplios, que serán analizados más adelante.

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