El torio surge como una alternativa prometedora frente al uranio en el contexto de una creciente demanda energética global, con potencial para transformar la matriz nuclear gracias a sus cualidades técnicas, económicas y ambientales.
Autor: Pier Ciccariello
Propiedades del torio y el ciclo nuclear alternativo
El torio-232, aunque no fisionable por sí mismo, puede convertirse en uranio-233 mediante un proceso de fertilización nuclear. Esta transformación, clave del llamado ciclo del torio, permite obtener un combustible utilizable en reactores nucleares.
A diferencia del uranio, el torio es más abundante, está distribuido en múltiples regiones del planeta y genera residuos de menor vida media. Su uso en reactores avanzados, especialmente los de cuarta generación como los de sales fundidas (MSR), facilita diseños más seguros y eficientes.
Estos sistemas operan a presión atmosférica, permiten reprocesamiento en línea y reducen el riesgo de accidentes. Además, el uranio-233 que se produce contiene trazas de U-232, dificultando su uso militar y reforzando la seguridad del ciclo.
Pese a estos beneficios, el torio enfrenta desafíos técnicos, como la necesidad de infraestructura para reprocesamiento, el manejo del protactinio-233 y la separación de isótopos indeseados.
La ausencia de un marco regulatorio específico y la falta de estándares internacionales también dificultan su implementación a gran escala.

Representación esquemática del ciclo tórico completo. Cada etapa del ciclo transforma el torio en un isótopo progresivamente más inestable hasta llegar al U-233, capaz de sostener una reacción nuclear controlada.
Desarrollos tecnológicos y experiencias internacionales
Durante el siglo XX, el torio no se impuso como combustible principal debido a decisiones geopolíticas en el marco de la Guerra Fría, que privilegiaron el uranio por su utilidad en armamento nuclear.
A pesar de experimentos exitosos, como el MSRE en Estados Unidos, no se desarrolló una infraestructura compatible a nivel comercial. En las últimas décadas, el interés por el torio ha resurgido. China lidera con el prototipo TMSR-LF en el desierto de Gobi, que valida el ciclo tórico en reactores de sales fundidas.
India avanza con su estrategia nuclear de tres etapas, donde el torio ocupa un rol clave en el futuro energético nacional, a través de proyectos como el AHWR. Europa impulsa diseños híbridos como el de Copenhagen Atomics, que combina torio con residuos de alta actividad.
En América, Flibe Energy propone reactores LFTR que retoman ideas del laboratorio de Oak Ridge, y ThorCon busca implementar una producción industrial de reactores modulares en Indonesia.
Si bien aún no existen reactores comerciales exclusivamente a base de torio, el desarrollo de prototipos funcionales, la cooperación internacional y la presión por descarbonizar la matriz energética aceleran los avances hacia su posible adopción global.

El MSRE (Molten Salt Reactor Experiment), desarrollado en la década de 1960 en Oak Ridge, sentó las bases de los actuales diseños de ciclo tórico. Hoy, proyectos como TMSR-LF o LFTR retoman su legado con tecnologías más avanzadas.
El torio ante el cambio climático, la IA y el rol de Argentina
En un mundo que exige cada vez más electricidad sin agravar la crisis climática, el torio representa una opción viable de bajas emisiones. Su uso en reactores modulares podría abastecer centros de datos y regiones aisladas, funcionando como respaldo para energías renovables intermitentes.
La expansión de tecnologías intensivas en energía, como la inteligencia artificial, aumenta la urgencia de contar con fuentes limpias y continuas. En este contexto, el torio puede jugar un rol estratégico como alternativa escalable, segura y descentralizada.
Argentina, con una larga trayectoria en tecnología nuclear, reservas minerales y experiencia institucional, se encuentra bien posicionada para liderar desarrollos regionales en torno al torio. Posee reservas en provincias como Salta, Mendoza y Córdoba, y capacidades técnicas en organismos como CNEA, INVAP y el Centro Atómico Bariloche.
El reactor modular CAREM, aunque actualmente paralizado, fue concebido como plataforma de investigación para tecnologías avanzadas como el ciclo tórico. Iniciativas como el ACR-300 podrían retomar estos objetivos. Sin embargo, persisten obstáculos como la falta de financiamiento, la necesidad de una infraestructura compatible, marcos regulatorios claros y tecnologías maduras para el reprocesamiento. Superar estos desafíos permitiría a Argentina posicionarse como proveedor de conocimiento, tecnología y combustible en un futuro mercado nuclear basado en torio.

El despliegue global del torio exige no solo innovación científica, sino también una reconfi guración completa de la infraestructura nuclear existente.
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