El torio emerge como un candidato sólido para ampliar la matriz nuclear mundial: más abundante que el uranio, con menor riesgo de proliferación y desechos de vida corta, promete energía constante y baja en carbono apta para la demanda digital creciente, desde centros de datos hasta la electrificación del transporte.
Autor: Pier Ciccariello
Propiedades del torio y su ciclo nuclear
El torio-232, completamente fértil, se transforma en uranio-233 tras capturar neutrones dentro del reactor, inaugurando el llamado ciclo tórico. Esta conversión, validada en experimentos como el Molten Salt Reactor Experiment, permite reacciones sostenidas sin necesidad de uranio enriquecido.
La alta disponibilidad geológica en India, Brasil, Australia y la propia Argentina, sumada a la generación reducida de actínidos menores, refuerza su atractivo.
Además, la presencia inevitable de U-232 —emisor gamma intenso— desalienta usos bélicos, añadiendo una capa de seguridad pasiva.
En términos operativos, los reactores de sales fundidas ofrecen temperaturas elevadas a presión atmosférica, lo que mejora la eficiencia térmica y simplifica la refrigeración. Estos sistemas pueden reprocesar combustible en línea, extrayendo protactinio-233 antes de que capture neutrones indeseados y optimizando el cierre del ciclo sin interrupciones prolongadas.
Así, el torio abre la puerta a reactores modulares compactos capaces de proveer carga base confiable con menor huella radiológica que los diseños uraníferos tradicionales.

Representación esquemática del ciclo tórico completo. Cada etapa del ciclo transforma el torio en un isótopo progresivamente más inestable hasta llegar al U-233, capaz de sostener una reacción nuclear controlada.
Tecnologías y proyectos actuales
La cuarta generación nuclear se apoya en conceptos como los Molten Salt Reactors y los Small Modular Reactors, ambos compatibles con mezclas de torio. China lidera la carrera con su prototipo TMSR-LF de 2 MW térmicos operativo en el desierto de Gobi desde 2021, mientras que India avanza con el Advanced Heavy Water Reactor dentro de su estrategia trietápica.
En Europa, firmas como Copenhagen Atomics y Seaborg Technologies ensayan diseños portables que combinan torio con residuos peligrosos, buscando energía y reducción de desechos en una sola planta.
En América, Flibe Energy retoma la línea LFTR para ofrecer reactores capaces de alimentar fábricas o centros de datos aislados durante décadas con mínimos recambios de combustible.
Estas iniciativas responden a la presión climática y digital: las emisiones cero durante la operación y la capacidad de instalación fuera de la red convierten al torio en un socio ideal para la fotovoltaica y la eólica, garantizando suministro constante y estable. incluso cuando no hay sol ni viento.
Las proyecciones sugieren que, si los pilotos superan las barreras regulatorias, los primeros reactores comerciales basados en torio podrían conectarse alrededor de 2035-2050, abriendo un mercado energético de miles de millones de dólares.

El MSRE (Molten Salt Reactor Experiment), desarrollado en la década de 1960 en Oak Ridge, sentó las bases de los actuales diseños de ciclo tórico. Hoy, proyectos como TMSR-LF o LFTR retoman su legado con tecnologías más avanzadas.
Retos y oportunidades para Argentina
Pese a sus ventajas, el torio encara obstáculos técnicos, económicos y normativos. El manejo del protactinio y la radiación del U-232 exige procesos químicos sofisticados y blindajes caros; además, casi ninguna norma internacional contempla aún el ciclo tórico, lo que retrasa la aprobación de diseños. Sin embargo, Argentina posee reservas confirmadas en Salta, Mendoza y Córdoba, y una trayectoria nuclear de siete décadas a través de la CNEA, INVAP y el Centro Atómico Bariloche. El reactor modular CAREM, hoy alimentado con uranio, podría brindar una plataforma ideal para ensayar mezclas tóricas y posicionar al país como proveedor regional de tecnología y combustible.
Aprovechar esta ventana requerirá inversión sostenida en I+D, alianzas con socios que dominen la tecnología y una actualización del marco regulatorio que contemple salvaguardias específicas. De lograrlo, Argentina podría cubrir parte de su propia demanda eléctrica, exportar know-how y ofrecer una opción limpia y continua para respaldar la expansión de la inteligencia artificial y otras industrias electro-intensivas.

El despliegue global del torio exige no solo innovación científica, sino también una reconfiguración completa de la infraestructura nuclear existente.
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