LUN, 29 / DIC / 2025

El punto débil: Las baterías

La expansión de la inteligencia artificial y la transformación de la guerra moderna están exponiendo una dependencia cada vez mayor de Estados Unidos respecto de las baterías fabricadas en China.

En los grandes centros de datos del norte de Virginia, que consumen tanta energía como una ciudad pequeña, las compañías tecnológicas buscan sistemas de respaldo capaces de estabilizar redes eléctricas sometidas a cargas fluctuantes. Para ello recurren a baterías de iones de litio producidas en un mercado dominado por China en prácticamente toda la cadena industrial.

En paralelo, el Pentágono observa que drones, radios, visores nocturnos, láseres y múltiples sistemas futuros usarán millones de baterías. Muchas de ellas hoy tienen proveedores vinculados a cadenas de suministro chinas. Esto eleva el tema a un plano de seguridad nacional, ya que miles de componentes de programas de defensa dependen del exterior.

Recuperando el tiempo perdido

La administración estadounidense lidia con una paradoja: al inicio se frenaron subsidios vinculados a tecnologías limpias. Pero luego se entendió que sin una industria local de baterías, resulta imposible sostener la carrera por la IA, proteger la infraestructura crítica y responder a exigencias militares.

El gobierno comenzó a reactivar ayudas, negociar inversiones internacionales y establecer restricciones para compras del Pentágono. Mientras, intenta impulsar a empresas que desarrollan materiales y procesos dentro del país. Sin embargo, especialistas advierten que competir con la capacidad china llevará años. El liderazgo asiático abarca el refinado de litio y grafito, la producción de celdas LFP y la fabricación de cátodos y ánodos. A todo esto hay que sumar los costos ambientales y logísticos difíciles de igualar en territorio estadounidense.

Consecuencias

El retraso implica riesgos para los centros de datos, que buscan confiabilidad casi perfecta para evitar fallas invisibles que corrompan modelos de IA. También es un problema para las fuerzas armadas, que observan cómo los conflictos actuales dependen de equipos compactos y alimentados por energía almacenada.

A esto se suma que el consumo eléctrico de la IA crece de manera vertiginosa. Algunos funcionarios señalan que una ventaja china en infraestructura energética y almacenamiento podría alterar el equilibrio tecnológico global.

El resultado es un escenario en el que los chips siguen siendo el cerebro de la innovación, pero las baterías pasan a ocupar el lugar del corazón, y el desafío para Estados Unidos consiste en construir rápido un ecosistema propio que no quede atado a decisiones
y controles externos.

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