Lawrence Klein, un usuario de Windows 10 del estado de California, Estados Unidos, está demandando a Microsoft por el fin del soporte al sistema operativo. Exige que el mantenimiento continúe bajo las mismas condiciones en las que ha estado hasta ahora. Al margen del mérito o las posibilidades de éxito que tenga con la demanda, algunos de los argumentos de Klein tienen peso en el sentido común.
Actualizaciones forzadas
Klein señala que tiene dos laptops con Windows 10 que no pueden actualizarse a la siguiente versión por no tener el módulo de seguridad TPM2. Aunque solo las computadoras más viejas tienen este problema existe una importante población de unidades aún en uso dentro de dicho grupo.
En la demanda se sostiene que millones de usuarios tendrán que elegir entre comprar nuevos dispositivos o pagar por el soporte extendido que ofrece la compañía. Se argumenta que Microsoft ha forzado actualizaciones innecesarias sobre los usuarios de Windows 10, dejando a quienes elijan no realizarlas con severos problemas de seguridad.
Un cambio prematuro
Klein apunta que le fin del soporte a Windows 10 es prematuro. Señala que Windows XP perdió el soporte 7 años después de la salida de Vista, y las siguientes versiones han gozado de 8 años de apoyo tras el estreno de su sucesor. De mantenerse esa práctica a Windows 10 todavía le quedarían 4 años de actualizaciones gratuitas.
Por otro lado se argumenta que el sistema operativo tiene (al momento de elaborar la demanda) una participación de más del 50% dentro del mercado Windows. Microsoft ha abandonado a los sistemas operativos anteriores solo cuando llegaron a porcentajes mucho más bajos. En la demanda se plantea que el servicio debería mantenerse hasta que la población de Windows 10 caiga por debajo del 10%.
Por lo dicho el demandante concluye que la transición de un sistema a otro es forzada y contraria a los intereses y derechos del usuario. Comenta que es notoria la falta de demanda y por Windows 11.
