MAR, 3 / MAR / 2020

Empresas tecnológicas se benefician de mano de obra forzada

Las principales proveedororas de las marcas más importantes a nivel mundial utilizan a miembros de la comunidad Uigur, que el gobierno chino ha enviado a las fábricas contra su voluntad.

Los Uigur son un grupo étnico asentado mayormente en el noroeste de China, estrechamente ligado al Islam.

La relación de esta comunidad con el gobierno central no es buena y muchos de sus miembros han sido detenidos y llevados a campos de “reeducación”, en los que se los aparta de su religión y cultura y adoctrina a favor del gobierno.

Según estimaciones no oficiales más de 1 millón de personas han sufrido esta suerte.

Las autoridades chinas proclaman que es un medio para combatir el terrorismo islámico.

Entrenamiento vocacional

Un informe reciente de la Australian Strategic Policty Institute ha señalado que al menos 80 mil miembros de esta comunidad han sido trasladado contra su voluntad para trabajar en fábricas que forman parte de la cadena de valor de muchas grandes empresas tecnológicas entre 2017 y 2019.

Los uigur no pueden dejar sus trabajos, ni visitar a sus familias, y son amenazados con ser detenidos si no colaboran.

La medida es caracterizada por el gobierno chino como “entrenamiento vocacional”.

Beneficios corporativos

Algunas de las empresas tecnológicas involucradas con las fábricas que tienen mano de obra forzada son: Acer, Apple, Amazon, Cisco, Dell, Google, HTC, Huawei, Lenovo, LG, Microsoft, Nintendo, Nokia, Sony, Samsung y ZTE.

Otro grupo importante está conformado por las de indumentaria: Nike, Adidas, Calvin Klein, Zara, y Victoria Secret, entre otras.

Aunque es injusto señalar de forma particular a Apple, es un ejemplo cabal de como las empresas tecnológicas responden a este tipo de situaciones. Realizan inspecciones cada tanto que saben son anticipadas y respondidas con puestas en escena. Desmienten irregularidades, y cuando una investigación descubre los abusos de sus proveedores señalan que tomarán medidas.

En muchos casos la presión que ejercen produce cambios. Al menos por un tiempo. Los contratos se mantienen y luego de unos meses otro abuso se pone en práctica.

Varias empresa ya han presionado a sus proveedores para que corten lazos o exijan a las fábricas asociadas para terminar con esta práctica. Sin embargo, no se trata de un comportamiento marginal, sino de un programa oficial del gobierno chino.

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