Trey Parker y Matt Stone, los creadores de la conocida serie animada South Park, han presentado su nuevo proyecto, Sassy Justice.
El show tiene mucho de lo que se podría esperar de sus autores, incluyendo un personaje principal con una peluca ridícula y el mismo tono entre la parodia y la sátira.
Pero Sassy Justice tiene un componente adicional, uno que en otro contexto podría hasta provocar temor. El show utiliza como recurso principal la tecnología deepfake.
A través de este recurso el periodista encarnado por el actor Peter Serafinowicz logra “entrevistar” a políticos y celebridades e involucrarlos en conversaciones ridículas y vergonzosas.
Mark Zuckerberg aparece en un comercial promoviendo una ligeramente poco confiable empresa dedicada al servicio médico de diálisis. En efecto, el show tiene momentos incómodos como los que se pueden encontrar en South Park.
Calidad y humor
Sassy Justice no intenta engañar al público. La tecnología empleada no es de ningún modo perfecta y se nota. A pesar de esto los resultados son los suficientemente buenos para un programa de humor.
El humor es otro factor a considerar, todo en Sassy Justice es ridículo. Las voces son parodias y los personajes aparecen en situaciones increíbles: Zuckerberg con un traje de pollo, Jared Kushner, asesor de la Casa Blanca y esposo de la hija de Donald Trump, tiene su cuerpo reducido para que se vea como un niño pequeño.
Adicionalmente, uno de los temas centrales del programa ha sido hasta el momento el peligro de los deepfakes.
Fred Sassy tests an at-home personal deepfake detection device to confirm the legitimacy of a video of President Trump facing his own mortality. Watch the full episode now: https://t.co/vC4skHgjcd pic.twitter.com/SlGfCEetey
— Sassy Justice (@sassyjustice) October 28, 2020
Todavía no resulta del todo claro si esta temática seguirá siendo el centro del show, o si el show es una humorada temporal o un proyecto a largo plazo. Por el momento es una versión humorística de lo que podría ser algo serio y preocupante en el futuro. Un mundo en el que ninguna imagen es confiable.
