Por: Andrés Fiorotto [tw: @andresfiorotto] / MIE, 17 / AGO / 2011

Andrés Fiorotto: mi historia con la PC (parte 3)

Sigo festejando los 30 años de la PC de la forma que más me gusta: recordando lo bueno que supo ofrecerme desde sus inicios; y en este caso relacionado al sistema, la conectividad y el sonido.

En la primera parte les conté de mi primer contacto con una PC, previo paso por otras computadoras hogareñas. La segunda parte se la dediqué a los juegos. Ahora voy a relatarles mi experiencia con los sistemas operativos, el sonido y la conectividad.

Como detallé al principio de la historia, DOS en sus versiones 4, 5 y 6 fue el primer contacto que tuve con un sistema operativo para PC. Luego llegó Windows 3.1 y posteriormente el 3.11. Esta última versión la instalábamos por su compatibilidad con redes, aunque como usuarios hogareños no teníamos ni la más remota posibilidad de montar una. Pero no importaba, había que estar “preparados”… por las dudas.

Por entonces Windows era poco más que un “Shell” (interfaz gráfica), y así fue hasta Windows XP: con DOS como “motor principal” y Windows aportando la parte visual. Por eso el 80% del tiempo trabajábamos sobre DOS , y cada tanto hacíamos uso de las ventanas para algo muy específico.

Pero antes que eso ya manejábamos el mouse. Recuerdo cuando con mi hermano convencimos a mi padre para que “invirtiera” en comprarnos un dispositivo de éstos, porque podríamos hacer cosas increíbles. Y de hecho, gracias a eso y al programa Dr. Halo (incluido por entonces en algunos ratones de Genius), nació en Luciano Fiorotto la vocación de diseñador gráfico.

Por supuesto que por entonces era impensable conectar el mouse y salir moviendo una flecha. Había que cargar un driver que resida en memoria, y luego acceder a un software que le saque provecho (entre ellos el propio Windows). Si teníamos RAM suficiente, incluíamos al driver en autoexec.bat, para que se cargue sobre el inicio de la computadora. Caso contrario, lo ejecutábamos sólo previo al uso del programa en cuestión (generalmente armábamos un BATCH, incluso para Windows, que cargara primero el driver y luego el ejecutable).

La llegada de Windows 95 fue una experiencia inolvidable. En principio Microsoft había organizado una excelente campaña gracias a la cual los instaladores estuvieron disponibles el mismo día en todos los resellers del mundo, incluyendo a los más pequeños (cosa que para la época no era nada común). Fue así que, el día que en los diarios se anunció su disponibilidad, pude ir al comercio de informática de mi ciudad y comprar la caja con los 13 disquetes originales de actualización. Y atentos a esto que es un dato no menor. Uno podía comprar la versión para actualizar su Windows 3.1/3.11, o la que instalaba a W95 desde cero. Grave error de mi parte, porque luego de eso, cada vez que tuve que reinstalar el sistema, me ví obligado a pasar por el proceso de instalación de 3.1 y posterior actualización. No menos de 5 horas de trabajo.

En aquellos tiempos, y recién salido de la secundaria, dictaba clases de computación en una sucursal de una cadena de institutos de enseñanza de informática que tenía su sede central en Rosario. Y sin YouTube ni nada siquiera parecido como referencia, hice un “unboxing en vivo” de Windows 95 (ni yo había visto el contenido de la caja), para una veintena de alumnos que pertenecían al primer curso que me tocó la tarde posterior a la compra.

Luego del mouse vino la compra de la placa de sonido: una Sound Blaster de 8 bits. ¡Qué experiencia la música de los juegos generada a partir de los instrumentos MIDI incluidos en la placa! Era una verdadera orquesta. Jugar a Doom era casi orgásmico, y bien valió la pena la actualización a la 80386 con 4 MB de RAM y disco duro de 80 MB (¡No lo lleno más! Pensaba). El único problema de esta placa era que no podía escuchar lo que grababa. Así que había que conectar la fuente de sonido a la entrada de línea, poner a reproducir/grabar, y esperar para escuchar el WAV resultante para corroborar que todo estuviera bien. Esta “ventaja” de escuchar “en directo” llegó recién de la mano de la Sound Blaster Pro, que además era… ¡estéreo! Otro gran avance.

Ya con una Sound Blaster de 16 bits y una 80486 DX2 hice mi incursión en la música. Tocaba en una banda que hacía covers de clásicos de los 80´s, y soñábamos con grabar nuestro propio álbum. Como contar con un estudio propio era casi imposible, se me ocurrió lo siguiente: conectar mi teclado Korg X5D al puerto MIDI de la placa (el mismo que se usaba para el Joystick, y para lo cual hacía falta un adaptador), y componer todo lo que fuera batería, bajo, vientos y sintetizadores usando Cakewalk . Tarea faraónica, ya que para colmo queríamos que suene lo más “humano” posible. Una vez que teníamos eso resuelto (1 o 2 meses de trabajo), ponía a reproducir esa base musical enviando las instrucciones MIDI hacia el teclado, y desde el teclado conectaba la salida de audio a la entrada de línea de la placa de sonido, para obtener un audio digital en WAV. Con eso resuelto, iba al Cool Edit Pro, ponía la pista en la primera línea, y grabábamos voces y guitarras en las siguientes para terminar la mezcla. Todo esto sin pasarnos de las 5 pistas en simultáneo, porque al sistema le resultaba imposible cargar con tanto.

Dato de color: volviendo a Doom. Como la música estaba compuesta bajo el sistema MIDI, se me ocurrió que sería una buena idea conectar el Korg a la Sound Blaster y usar su banco de sonidos (muy superior al de la placa) para que la música del juego pasase por ahí. El resultado: una especie de iMax de los noventa.

Mis primeras experiencias con conectividad llegaron de la mano de los puertos serial (para mouse) y paralelo (para impresora). El primero era aprovechado por muchos juegos para jugar partidas de PC contra PC (entre ellos Doom, por supuesto). Esos cables no se conseguían en comercios de informática, por lo que había que comprar fichas y cables para armarlos a mano.

El problema del puerto serial era que, por el tipo de transferencia que usaba (seriada), hacía muy lenta la transferencia de archivos. Y en ocasiones nuestro invitado llegaba con su computadora a casa, pero sin el Doom instalado. Entonces, para una transferencia del juego veloz y sin dificultades, nos armábamos de un segundo cable, pero paralelo, que no servía para jugar multiplayer, pero sí para pasar archivos a una velocidad más que interesante para la época. Así que doble conectividad: serial para jugar, y paralela para copiarnos cosas de PC a PC sin pasar por los disquetes.

 

 

 

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