VIE, 23 / JUL / 2010
Derechos de autor: un pasaje de ida y vuelta
Una nueva entrega de esta sección donde los ejecutivos y personalidades más relevantes de la industria local plasman su visión sobre la tecnología y el mundo: en esta oportunidadm, Martín Carranza Torres, de Carranza Torres y Asociados, nos habla sobre el concepto de derecho de autor.
Derechos de autor: un pasaje de ida y vuelta
Qué niño no imaginó que alguna vez sería capaz de escribir una historia o de inventar la forma de poder volar. En el mejor de los casos el sueño le permitió, en ese instante de su vida, gobernar el mundo. “El mayor bien es pequeño”, decía Calderón de la Barca allá por el Siglo XVII. Razón tenía. La aguda simpleza de lo verdadero es parte de la madera con la que están tallados los niños. Aunque asome, también, una lejana idea de lo que más tarde representará permanecer en el tiempo, a través de su creación.
Cuando se atraviesa una edad en que no sabe bien todavía si la tierra es redonda y los barcos se desploman al final del horizonte, los derechos de autor son un conjunto de palabras que no figuran en el diccionario y que sólo puede resolver Google. Sin embargo, la precisión del concepto no invalida que los niños ignoren el valor de su invención. Y sus derechos, claro está. En ese caso, la transmisión habrá funcionado a la perfección. El niño habrá valorado la herencia cultural y reconocido en ella los aportes que muchas personas de todas las épocas han dejado, para que él sea el próximo engranaje de la rueda de los sueños.
La posta de conocimiento no es un capricho. La creación es propia del hombre; acaso, en la antigüedad, el faro que guió el camino; hoy, la plataforma del progreso. Pero la inventiva sin protección es una manojo de clones dispuestos a todo. La cultura romana que fuera madre del derecho occidental contemporáneo tuvo que lidiar con los mismos problemas.
“A mi libro lo hojean los soldados en sus destinos de ultramar, e incluso en Gran Bretaña la gente cita mis palabras. ¿De qué me sirve? Con ello no gano ni un centavo”, supo decir alguna vez el escritor romano Marco Valerio Marcial, escritor satírico y defensor de los derechos de autor. Es cierto, las palabras esbozadas por el escritor latino que pudieran haber salido de un ofuscado autor contemporáneo discutiendo el porcentaje de su contrato fueron emitidas en el Siglo I.
La importancia de los derechos no depende de su antigüedad sino de su relevancia política, económica y social del tiempo en cuestión. El pasado domingo 13 de junio, el cantautor argentino Andrés Calamaro declaraba a una revista: “Acepto que el CD haya sido el epitafio del LP y que el MP3 sea una forma práctica de almacenar tus canciones, lástima que se haya instalado el irrespeto por la propiedad intelectual”. ¿Alguien podría creer que el tecladista de la mítica banda Los Abuelos de la Nada, pertenece al selecto grupo del establishment discográfico?
La propiedad intelectual lleva varios siglos intentando detener el péndulo que separa el príncipe del mendigo -la industria de la piratería- para consagrarse como la herramienta posible que permite sostener la marcha financiera y creativa del mundo.
La literatura y la música son sólo dos expresiones y producciones culturales de la gran maquinaria industrial con la que funcionan los países. La protección del conocimiento no sólo implica beneficios para los países desarrollados que realizan grandes inversiones en Investigación y Desarrollo (I+D) sino que incentiva y favorece a las economías emergentes ofreciendo un canal seguro para crear, bajo la certeza de que los derechos derivados de sus invenciones estarán plenamente asegurados.
Se hace meramente esquivo imaginar a personas que dedican parte de su vida a la investigación y creación de cualquier producto cultural que no se les resguardan sus derechos de invención y exclusividad, puedan potenciar su desarrollo y conocimiento. ¿Cuál sería el incentivo?
El derecho de autor es el conjunto de leyes que ofrece un blindaje a las huellas que cada persona deja plasmada en las expresiones artísticas o de otra índole. En otras palabras, el ticket para poder soñar. Y si no protegiéramos ese pasaje, por carácter transitivo, no estaríamos permitiendo, en el universo mágico de los niños, dibujar la nueva camiseta de Kobe Bryan en la última versión para la play station o el comienzo de una nueva saga que supere a la de Harry Potter. En definitiva, no estaríamos dejando que los sueños algún día puedan hacerse realidad.
Por Martín Carranza Torres
Links de interés: www.carranzatorres.com.ar
Una nueva entrega de esta sección donde los ejecutivos y personalidades más relevantes de la industria local plasman su visión sobre la tecnología y el mundo: en esta oportunidadm, Martín Carranza Torres, de Carranza Torres y Asociados, nos habla sobre el concepto de derecho de autor.
Derechos de autor: un pasaje de ida y vuelta
Qué niño no imaginó que alguna vez sería capaz de escribir una historia o de inventar la forma de poder volar. En el mejor de los casos el sueño le permitió, en ese instante de su vida, gobernar el mundo. “El mayor bien es pequeño”, decía Calderón de la Barca allá por el Siglo XVII. Razón tenía. La aguda simpleza de lo verdadero es parte de la madera con la que están tallados los niños. Aunque asome, también, una lejana idea de lo que más tarde representará permanecer en el tiempo, a través de su creación.
Cuando se atraviesa una edad en que no sabe bien todavía si la tierra es redonda y los barcos se desploman al final del horizonte, los derechos de autor son un conjunto de palabras que no figuran en el diccionario y que sólo puede resolver Google. Sin embargo, la precisión del concepto no invalida que los niños ignoren el valor de su invención. Y sus derechos, claro está. En ese caso, la transmisión habrá funcionado a la perfección. El niño habrá valorado la herencia cultural y reconocido en ella los aportes que muchas personas de todas las épocas han dejado, para que él sea el próximo engranaje de la rueda de los sueños.
La posta de conocimiento no es un capricho. La creación es propia del hombre; acaso, en la antigüedad, el faro que guió el camino; hoy, la plataforma del progreso. Pero la inventiva sin protección es una manojo de clones dispuestos a todo. La cultura romana que fuera madre del derecho occidental contemporáneo tuvo que lidiar con los mismos problemas.
“A mi libro lo hojean los soldados en sus destinos de ultramar, e incluso en Gran Bretaña la gente cita mis palabras. ¿De qué me sirve? Con ello no gano ni un centavo”, supo decir alguna vez el escritor romano Marco Valerio Marcial, escritor satírico y defensor de los derechos de autor. Es cierto, las palabras esbozadas por el escritor latino que pudieran haber salido de un ofuscado autor contemporáneo discutiendo el porcentaje de su contrato fueron emitidas en el Siglo I.
La importancia de los derechos no depende de su antigüedad sino de su relevancia política, económica y social del tiempo en cuestión. El pasado domingo 13 de junio, el cantautor argentino Andrés Calamaro declaraba a una revista: “Acepto que el CD haya sido el epitafio del LP y que el MP3 sea una forma práctica de almacenar tus canciones, lástima que se haya instalado el irrespeto por la propiedad intelectual”. ¿Alguien podría creer que el tecladista de la mítica banda Los Abuelos de la Nada, pertenece al selecto grupo del establishment discográfico?
La propiedad intelectual lleva varios siglos intentando detener el péndulo que separa el príncipe del mendigo -la industria de la piratería- para consagrarse como la herramienta posible que permite sostener la marcha financiera y creativa del mundo.
La literatura y la música son sólo dos expresiones y producciones culturales de la gran maquinaria industrial con la que funcionan los países. La protección del conocimiento no sólo implica beneficios para los países desarrollados que realizan grandes inversiones en Investigación y Desarrollo (I+D) sino que incentiva y favorece a las economías emergentes ofreciendo un canal seguro para crear, bajo la certeza de que los derechos derivados de sus invenciones estarán plenamente asegurados.
Se hace meramente esquivo imaginar a personas que dedican parte de su vida a la investigación y creación de cualquier producto cultural que no se les resguardan sus derechos de invención y exclusividad, puedan potenciar su desarrollo y conocimiento. ¿Cuál sería el incentivo?
El derecho de autor es el conjunto de leyes que ofrece un blindaje a las huellas que cada persona deja plasmada en las expresiones artísticas o de otra índole. En otras palabras, el ticket para poder soñar. Y si no protegiéramos ese pasaje, por carácter transitivo, no estaríamos permitiendo, en el universo mágico de los niños, dibujar la nueva camiseta de Kobe Bryan en la última versión para la play station o el comienzo de una nueva saga que supere a la de Harry Potter. En definitiva, no estaríamos dejando que los sueños algún día puedan hacerse realidad.
Por Martín Carranza Torres
Links de interés: www.carranzatorres.com.ar
Todas las opiniones muy respetables, algunas discutibles, pero mi pregunta en relación al Derecho de Autor, va relacionada a esta comunidad de tecnología que aquí se reúne y es la siguiente, en Argentina existe el registro de Derecho de Autor, para páginas web, estimo para desarrolladores y diseñadores, ahora quien acostumbra a registrarla el q creo el diseño y funcionalidad? o el cliente a quien fue destinada?yo lo comparo p.ej. con un artísta plástico que registra la autoría de su obra, más allá de su modelo o copias, o muestras. Alguien podría decirme quien debe registrar la autoría de una web diseñada para un tercero? Desde ya muchas gracias.
Que un autor o un investigador quieran ganar cobrar derechos por una obra, invento o descubrimiento en el que invirtieron tiempo y esfuerzo es lógico y razonable. Lo que me parece irracional y excesivo es que ciertas corporaciones quieran obtener ganancias excesivas y a perpetuidad de sus productos.
El negocio de Monsanto se basa en la agricultura, una técnica de producir alimentos descubierta hace unos 8.000 años por una o varias mujeres anónimas [en esos tiempos los hombres cazaban y las mujeres recolectaban frutos]. Gracias a esas mujeres se pudieron producir excedentes de alimentos, liberaron a su comunidad y a sus descendientes del fantasma del hambre y les dieron algo que antes no tenian por estar permanentemente dedicados a la caza: tiempo libre para investigar la alfarería, el telar, la rueda, la escritura…
El descubrimiento que hicieron esas mujeres fue mucho más importante para la humanidad que cualquier hibrido genético que pueda producir Monsanto,pero pretenden cobrarnos como si ellos hubiesen inventado la agricultura y todo el reino vegetal.
Otro descubrimiento que cambió nuestras vidas fué la producción en cadena, método que permitió a Henry Ford producir automóviles en mayor cantidad y con menor costo que sus competidores. El registro de patentes de EEUU le concedió la exclusividad de su invento por un tiempo y luego este pasó a ser de uso público, porque lo más beneficioso para la industria automotriz y la comunidad era que varias empresas puedan producir autos en cantidad, no que Ford terminase arruinando a sus competidores y creando un monopolio.
Ningún libro canción, película u obra de arte va a cambiar muestras vidas como el invento de Ford, pero la industria del entretenimiento pretende un copyright permanente sobre sus productos.
tenia que haber firmado “Violencia Rivas”, no? jajaja
que vayan a laburar como todos nosotros, eso de crear canciones malisimas y encima hacerse ricos creando cada vez mas estupidos en este planeta no me sienta muy bien, por lo menos que se las pirateen, para comer caca, mejor hacerlo gratis. Y los verdaderos artistas, crean de corazon, y se nota en sus obras, que se sientan orgullosos escuchando los aplausos cuando exponen sus obras en vivo, y que no se hagan los vivos vendiendonos copias en las que gana mas una maquinita discografica que el mismo artista… Vamoooos!!!
Estamos mezclando un tema antiguo con una avivada moderna.
Los derechos de autor o de invención (copyright) contra las patentes (trade mark).
Estoy de acuerdo en que alguien que se queme el cerebro inventando o escribiendo algo que a muchos les gusta gane mucha plata. (aunque le pondría un límite, que es otra discusión).
Estoy en desacuerdo en que alguien patente algo sin gastar ni una pizca de tiempo o esfuerzo y por eso se enriquezca.
Es el problema que vemos en la actualidad: alguien patenta el “doble click” (Microsoft) y ya nadie puede apretar dos veces seguido el mouse sin pagarle.
Los primeros, los derechos de autor, ayudan a que la sociedad avance, pero nunca tuvieron problemas: aunque lo copien los autores ganan fortunas.
Los segundos, las patentes, hacen que la sociedad se detenga. Imposibilitan seguir creando.
Cuando Microsoft logre patentar “el escribir” vamos a estar en problemas para criticarlo y para seguir avanzando como sociedad.
Y cuando algún otro patente “el hablar” vamos a tener que volver a ser animales salvajes.
Ahora de que página española se jalaron la imagen, y donde estan los derechos de autor.
Los libros tangibles hay que pagarlos como se paga la comida. En eso no discuto.
Los artistas no deberían ganar dinero con sus creaciones, sino con la fama que estos les generan.
Un cantante no debería ganar dinero con la venta de sus discos sino con la venta de entrada de su recital.
Un pintor no debería ganar dinero con las copias de su obra, sino con la antrada al museo para ver el origial.
Un bailarín no debería ganar dinero enseñando o haciendo vídeos clip, sino cobrando entrada para verlo en vivo.
Fanáticos capaces de seguir paso a paso a sus artistas favoritos, pagar todas las entradas y tenerlo todo original, sobran en este planeta asi que no se quejen.
Tranquilo Anibal, te recomiendo leer lo que significa la falacia ad hominem. Saludos
muerte a sancho carranza, nadie puede contra la piratería.
… y siguiendo el cuentito…
Luego este niño se enteró, mediante la visita de una “simpáticos” abogados, que una compañía había patentado los “sueños de viajes espaciales, naves, astronautas y afines” y que debía pagarles una millonada. Fin.
Moraleja de la historia: “pan para hoy, hambre para mañana”.
Como en todo se trata de encontrar un equilibrio (pero basado en la razon no en los dolares). Si una empresa invierte en desarrollar un bien no tangible, tiene tanto derecho a facturar con ello, como lo tendria en caso de construir un edificio o un avión. Pero negarle un libro a alguien porque no tiene para pagarlo es barbarie.
El acceso a toda la cultura que podamos consumir, solamente puede ser positivo, porque nos permite evolucionar como sociedad. Pero a la vez en el momento en que la cultura deje de ser rentable como negocio, va a empezar a retroceder y perder fuerza. Por eso repito que todo se trata de encontrar un equilibrio.
Dejémonos de pamplinas. Los humanos somos creativos por naturaleza. De hecho, los supuestos “derechos de autor” (en cuanto a económicos) son un invento de hace pocos años. La mayor y más importante creación e innovación que se hace en el planeta, importante hasta el punto de que en ello nos va la vida, la salud y el bienestar, está libre de derechos y la hacen miles de científicos anónimos día a día. Patarroyo se negó a patentar y cobrar derechos sobre la vacuna de la malaria. No nos cuenten historias como que los “derechos de autor” son indispensables para la creación, porque sabemos que no es así. Lo sabemos muy bien.
Derecho de autor = $$$ . Todo es por la plata, asi que ladron que le roba a otro ladron tiene 100 años de perdon. Cuantas canciones malisimas han robado en este mundo, cuantos libros han sido tildads de obras celebres y murieron en el tiempo? A mi ni a nadie le regalan la plata, tiene que trabajar. Un musico hace un tema que le dan mucha difusion y es malo, y hacen un hits, otro independiente sin rpoductor ha un temzo y muere en el olvio porque no tranzo con el productor. Y despues vienen a hablar del derecho de autor. Respeto la cosas que son bien echas, para la humanidad y que se perpetuan en el tiempo. Las cosas fugaces asi duran en mi disco rigido.
DERECHOS DE AUTOR VS. “LIBRE ACCESO Y/O COMPARTIR CULTURA”
Se reduce a:
Cuando las leyes, costumbres, etc. me BENEFICIAN es bueno…
Cuando las leyes, costumbres, etc. me PERJUDICAN es malo…
asi de simple…
Hipocresias de la vida
Fe de erratas.
El tuyo seguro que no, tranquilo Rosales, si no estas de acuerdo no hay problemas, respete la opinión de los demas. Saludos
El tuyo seguro Tranquilo Rosales, si no estas de acuerdo no hay problemas, no
Y este Carranza para quién labura? porque es el abogado de alguien, no?
Este es un gran tema, muy complejo.
Si bien en muchos casos los conceptos están bien definidos, en muchos otros las fronteras del plagio no son tan claras y por supuesto, en algunas disciplinas, las dificultades para resguardar una idea, una obra o un producto cultural determnado, hacen que la aplicación de los derechos de autor sea muy complicado.