WEB 3.0 LIBERTAD PARA LOS USUARIOS

JUE, 10 / MAR / 2022
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Bajo un concepto base relativamente amigable y revolucionario, la propuesta de la Web 3.0 (W3) viene causando impacto desde el punto de vista de la comprensión, y más aún, un complejo caos incluso sin resolver en lo que respecta a su implementación.

Para muchos ha sido un cambio radical y con un gran potencial de utilidades y beneficios; para otros fue un fiasco con olor a fuente de confusiones y fraudes.

Lo que sí está claro es que, independientemente de nuestras opiniones, lo más probable es que todos estos cambios direccionen una evolución de la red de una manera irreversible, y en este Informe USERS te comentamos todos sus detalles.

Autor: Guillermo Jurado

Pasado (Web 1.0) y presente (Web 2.0)

Como punto de partida, es bueno tener en claro que cada proceso de evolución implica cambios. Estos cambios suceden desde una posición o conjunto de condiciones iniciales, hasta una posición final o conjunto de condiciones objetivo. Conozcamos un poco el modelo actual (aunque no será más que un leve repaso: este modelo nos resulta familiar ya que vivimos inmersos en él).

Aunque nuestro concepto de los servicios de Internet actuales, más conocidos como la Web 2.0, parecerían suficientes para la mayoría de nuestras necesidades de interconectividad y “presencia en la red” (lo que se conoce como “vida digital”), el origen conceptual de la red se ha mantenido casi inmutable durante varios años.

Esto me recuerda la idea de la palabra fuente, de donde se llevó el concepto de los laboratorios a la vida social y civil: la telaraña, o la red de la araña, en sí, la palabra “web” (spider web es la tela de araña que conocemos en la naturaleza). Estas redes de araña basan su funcionamiento en hilos (conectores) entrelazados cuyos puntos de conexión definen una pequeña intersección, muy similar a los nodos que componen la red actual.

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En su concepto inicial, la sencillez de una telaraña nos recuerda el modelo de funcionamiento concebido originalmente para la construcción de la Web 1.0 y la Web 2.0.

El modelo basado en que “todo se genere en el servidor y solo se despliegue en el navegador” de la Web 1.0 hacía que las aplicaciones web fueran poco agradables para muchas cuestiones. Por ejemplo, en los sistemas bancarios o sistemas para gestión de compras, un vendedor o un ejecutivo de cuenta necesitaba completar formularios relacionados entre sí y con una cantidad sustancial de campos.

El avance entre un campo y otro se basaba en la agilidad del usuario tecleando TAB e introduciendo los correspondientes datos (sí, nos referimos a esas personas que casi de manera robotizada llenaban extensos formatos con el entrecejo fruncido porque nada podía permitirles desconcentrarse), y tanto como fuera posible basaban “la riqueza de su interacción” en atajos de teclado.

Para estos niveles de interacción, las soluciones de escritorio o aplicaciones cliente-servidor eran “excelentes amigos”, pero tratar de hacer lo mismo, con la misma agilidad en las páginas web de “los nuevos sistemas de Internet”, era una decisión fatal.

Las páginas eran lentas, no disponían de atajos de teclado, constantemente el usuario debía quitar sus manos del teclado para usar el mouse, etcétera. En sí, las soluciones web para reemplazar las aplicaciones de escritorio representaban toda una tortura.

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De vez en cuando, un buen amigo podía ayudarnos con las interacciones tan mecánicas de los antiguos sistemas de escritorio que competían (y superaban) a la versión de la Web estática (Web 1.0).

Sin embargo, para muchos nuevos proyectos, el hecho de funcionar en un ecosistema web era una total prerrogativa, así que, entre investigadores, la comunidad y empresas interesadas, se propusieron mejorar esa web estática y ortodoxa que constituía la Web 1.0. Y ahora sí, aquí estamos, conviviendo en una Web 2.0 donde, gracias a las aplicaciones enriquecidas, se ha logrado un sinfín de cosas que nos resultan muy comunes, casi naturales, incluso.

Literalmente, hay generaciones de usuarios e individuos que no se podrían imaginar un mundo anterior en el que no existieran Google, Facebook, YouTube, Whatsapp e Instagram, un mundo de aplicaciones tanto web como móviles diseñadas en torno a la interacción y la comodidad del usuario.

Ahora podemos repasar los principales atributos de la Web 2.0.

En un principio, la participación activa de los usuarios en la generación de contenidos fue una de las principales revoluciones que representó un cambio drástico con respecto a la dinámica de las interacciones. Entre los principales participantes en esta nueva tendencia se encuentran Blogger, WordPress, YouTube, Vimeo, Podcast, SoundCloud, Facebook, Instagram, TikTok y Kwai.

La concurrencia permite la interactividad en modo múltiple (usuario-auditorio), saliendo de las limitaciones de las comunicaciones duales (usuario-usuario). Aplicaciones orientadas al streaming como Google Meet, Microsoft Teams, Skype, Telegram, Whatsapp, Discord, Slack, Line, Zoom y Webex se convirtieron en las “áreas de convivencia” diarias de los usuarios (y con mucha mayor razón, bajo la fuerza dominante de la gran pandemia de 2019).

Desde el punto de vista de la infraestructura y arquitectura de los servicios tecnológicos, surgió con sus ventajas dominantes la computación en la nube. Se pasó de las tareas asociadas al mantenimiento de servidores en datacenters, que representaban un desgaste descomunal, a consumir servicios implementados en máquinas cuyo soporte está garantizado por los proveedores en la nube.

Las tecnologías en la nube se vieron fuertemente apoyadas por el muy práctico y ágil formato de intercambio en las HTTP request y response, JSon. En cierta manera, este formato superó las limitaciones de XML, de enorme utilidad anteriormente (sobre todo, en la implementación de los valiosos WebServices), pero carecía de la agilidad que brinda JSon, que permite explotar al máximo las nuevas arquitecturas REST (las cuales han llegado a gestionar volúmenes inmensos de datos en modelos concurrentes, superando las limitaciones de las tecnologías anteriores).

Movilidad y ubicuidad. Otra de las prerrogativas de la Web 2.0 es que cualquier solución “está donde está el usuario”. La mejor manera de llegar a ese objetivo es, precisamente, poner las soluciones a disposición de los usuarios en el dispositivo que vive con él: el teléfono celular. La idea es que el usuario no necesite encender una computadora (si es que está sentado donde está ese equipo), conectarse a la red, digitar una URL, y realizar procesos de validación y autenticación para poder acceder a los servicios tecnológicos.

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Aquí podemos ver el modelo de funcionamiento que corresponde a la actual Web 2.0.

 Continúa leyendo el Informe USERS 190   y conoce los 3 fundamentos en lo que se basa la internet que pronto…navegaremos todos!

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