VIE, 20 / MAY / 2011

Cuando las libertades de Internet se transforman en ciberterrorismo

Para Portantier, al usar una herramienta hecha por un ciberterrorista para sumarse a un ataque, uno se convierte en un ciberterrorista. Fabián Portantier reflexiona sobre los ataques colectivos organizados por comunidades de hackers y basados en una software descargable, además de mencionar los riesgos de seguir estas “causas” aparentemente benévolas.

Hoy no les escribo para hablar sobre la escuela de hacking, si no para explicar cómo la gente puede utilizar este tipo de conocimientos para hacer el mal, y aún así decir que está haciendo el bien.

Podemos hablar de los comienzos de Internet por los inicios de la década de los 60′. Y, sin entrar en detalles precisos, vamos a decir que hoy en día nos sirve para que podamos comunicarnos globalmente.

La llegada de Internet ha cambiado el mundo, eso lo sabemos todos. Nos permite compartir información, conocer las últimas noticias de todo el mundo, jugar, estudiar y muchas cosas más.

Pero debemos recordar que Internet es sólo un medio de comunicación que cada persona puede utilizar libremente, así como el correo postal, el teléfono, etcétera. ¿Y qué es lo que entendemos por “libremente”? ¿Podemos hacer absolutamente lo que nos de la gana?

Pues sí, mientras se respeten las leyes y las buenas costumbres. Así como no puedo enviar por correo postal lo que me dé la gana (no puedo enviar una bomba), tampoco puedo enviar por correo electrónico un software que provoque un daño. Obviamente, el segundo caso es mucho más difícil de rastrear que el primero, pero no perdamos el objetivo, que sea difícil de rastrear no quiere decir que esté bien o que no sea un delito.

Internet, por ahora, tiene la característica de ser casi anónima, digo casi porque todo proceso que realice una computadora es rastreable. Pero esto no me da el derecho de cometer crímenes. Simplemente demuestra que existen personas cobardes, que no pueden soportar el peso de sus palabras, y se escudan a través del anonimato para cometer acciones que no tienen el valor de cometer dando la cara.

Últimamente, muchas personas han venido a tomar la “libertad” que nos da Internet, para cubrir acciones ilícitas, diciendo que solamente están haciendo lo mejor para la humanidad, para terminar con la tiranía y lograr la igualdad, etc, etc, etc… y así podría seguir con un listado enorme de excusas, que no hacen más que cubrir sus acciones cobardes y anónimas.

¿Esto les hace acordar a algo? A mi me parece muy similar al terrorismo. Pues sí, se llama ciberterrorismo. Y Wikipedia lo define como “el uso de medios de tecnologías de información, comunicación, informática, electrónica o similar con el propósito de generar terror o miedo generalizado en una población, clase dirigente o gobierno, causando con ello una violencia a la libre voluntad de las personas.”

Esto quiere decir, básicamente, utilizar la tecnología para infundir el miedo, amenazar y provocar daños.

Incluso ya existen programas del tipo ‘malware‘ desarrollados para cometer actos de ciberterrorismo en masa. ¿Qué quiere decir esto? Que existen programas cuya función es utilizar la PC en la que residen para hacer daño. ¿Cómo? Básicamente haciendo que la PC ataque a un objetivo particular. Si juntamos millones de PC que ataquen todas a un mismo objetivo, obviamente estaríamos haciendo un ataque a gran escala, que seguramente va a provocar daños.

Es algo muy parecido a las redes zombies, pero con una gran diferencia: que el usuario está descargando voluntariamente el software, sabiendo que el fin de este programa es provocar un daño. Con lo cual, la persona que descarga ese software es responsable de las acciones que realice el mismo. Esto quiere decir que, si descargo un software de ciberterrorismo, soy un ciberterrorista. O sea, soy un terrorista.

Y, como si fuera poco, estoy descargando el software que desarrolló una persona que tiene conocimientos avanzados de programación y que tiene muchísimas ganas de hacer daño. ¿Quién me garantiza que no tiene ganas de hacerme daño a mi también? Después de todo, es una persona que disfruta destruyendo y eso nunca es bueno. Además, es una persona anónima, que no da la cara, así que no puedo culparlo de nada.

¿Ustedes confiarían en un terrorista? Yo no.

Por último, me despido con una frase que me dijo mi padre, hace muchos años. Pero que tengo siempre presente. “Podés hacer lo que quieras, mientras no lastimes a los demás”. ¿Se entiende? Para decirlo de otro modo: las libertades de una persona terminan donde empiezan los derechos de otra. Y yo tengo derecho a que no me amenacen, ni me ataquen, ni me hagan daño. Tengo derecho a que se respeten mis derechos.

Fabián Portantier
www.portantier.com
En Twitter: @portantier

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