VIE, 7 / ENE / 2011

Conozcan a la escuela que se adelantó al Plan Conectar Igualdad

Hace cinco años, la idea de una netbook por alumno recién estaba en pañales. Fue a comienzos de 2006 cuando Nicholas Negroponte promocionaba la idea de una laptop por niño (OLPC, según las siglas en el inglés del plan) con un costo polémico: US$ 100 por equipo, que luego se triplicaría. Más allá de todo eso, la Escuela 113 “Thomas Alva Edison” de la ciudad mendocina de Guaymallén comenzó en 2004 a leer documentos de la Unesco y la Cepal sobre alfabetización digital. “Significaba mucho más que poner las computadoras en el colegio y usar Word durante 45 minutos, sino que era un mundo más complejo. Nos convino el modelo 1-1, una computadora por chico, porque si no tenían la pantalla delante no iban a aprender a usarla”, afirma Graciela Bertancud, directora del establecimiento. En 2005, entonces, le propusieron a los chicos de sexto grado que en lugar de hacer un viaje de egresados a la Península de Valdés –para el cual ahorran desde 1º grado–, con ese dinero adquieran las computadoras. “Los chicos aceptaron unánimemente y nos enteramos de un remate de tablets PC de un banco de EE.UU. Les escribí un e-mail que me tradujo la profesora de inglés para nos guardaran 20 equipos”, recuerda. Para su sorpresa, el destinatario del correo hablaba español y entendió la situación, así que no sólo le reservó las tablet PC sino que además les dio tiempo para que junten el dinero. Entonces hicieron muchos eventos, como ventas de rifas y kermeses para llegar al monto. Y con la ayuda de una empresa que las pudo ingresar al país sin problemas, para marzo de 2005 ya tenían las computadoras. Más tarde, llegó el turno de los maestros, así que Graciela envío 150 e-mails a organizaciones. “Una me apoyó y nos compró la pizarra interactiva. Los docentes tienen su computadora en el escritorio. Los chicos aprendían muy rápido sobre las nuevas tecnologías y ayudaron a los docentes, quienes también nos amoldamos. Si no cambiábamos nuestra actitud, no hubiéramos progresado; si no nos ayudaban los alumnos, hubiéramos demorado mucho más”, revela Graciela. “Cambiamos el rol, hay un clima de colaboración, siempre que el docente tenga la plasticidad. Si bien podés dominar algunos programas, hay otros problemas que no podés resolver que sí los pueden resolver los chicos”, añade la docente, y muestra los resultados: “En 2005 teníamos 20 equipos, hoy 300 notebooks desde 5 grado hasta 5º año”. Pero, además, debieron cambiar los contenidos educativos. “No pudimos cambiar mucho el contenido curricular para que los chicos no queden fuera del sistema educativo, pero lo que hicimos fue añadir una currícula informática, para que los alumnos puedan manejar las nuevas tecnologías, como el hipertexto, por ejemplo, que son totalmente distintas a lo tradicional. De esta forma, hacemos que los chicos dominen el Facebook y no que Facebook los dominen a ellos”, explica la docente. Lo raro es que la escuela Edison no está contemplada dentro del Programa Conectar Igualdad. Así que las computadoras se consiguen por esfuerzo propio o con donaciones, como Educ.ar e Intel, que les proveyon unas veinte Classmates. Estas últimas, como están destinadas para la alfabetización digital, son utilizadas por los chicos de hasta 7º grado. Los equipos más potentes son usados por los alumnos del polimodal, pues el colegio tiene una orientación informática. Los proyectos de la Escuela Edison Los alumnos del colegio, además de aprender, crean proyectos basados en la tecnología, pero con un enfoque en los problemas de la comunidad. Por ello adaptaron los Wiimote (controles inalámbricos de la Nintendo Wii) para crear una pizarra interactiva de bajo costo que ayude a los docentes a dictar sus clases. Y lo venden a otras escuelas por un precio varias veces menor a lo que costaría una solución comercial. Esta iniciativa, llamada “Proyecto Aula Digital”, ganó el segundo lugar en la categoría Innovación de los Premios Educ.ar – Intel que distingue el trabajo de los educadores argentinos en la integración de las nuevas tecnologías a la escuela. “El uso de una pizarra nos ahorra los tiempos de aprendizaje. Porque si alguno de los alumnos sabe cómo resolver alguna cuestión de la computadora, puede explicárselo al resto de la clase, sino sería muy difícil que un docente pueda enseñarle a 30 alumnos a la vez. Ya le podemos explicar con pizarrón y tiza, necesitan una educación del siglo XXI”, explica Graciela. Pero, además, los docentes de la escuela Edison intercambian experiencias con establecimientos educativos de otros países. “En 2005 empezamos juntos con un colegio de España, pero también trabajamos con una Universidad de El Salvador y un colegio secundario de Brasil en proyectos educativos. Es impresionante cómo la barrera idiomática se resuelve a través de las nuevas tecnologías”, relata. Con esos establecimientos educativos crearon el Proyecto 4R, consistente en enseñarle a chicos y grandes las ventajas del reciclado y otras cuestiones realacionadas con el cuidado del medio ambiente. Los docentes saben cuál es el secreto y nunca lo olvidan. “Los chicos son la clave”, remata Graciela. Por: Alejandro D’Agostino Twitter: @lale_

Hace cinco años, la idea de una netbook por alumno recién estaba en pañales. Fue a comienzos de 2006 cuando Nicholas Negroponte promocionaba la idea de una laptop por niño (OLPC, según las siglas en el inglés del plan) con un costo polémico: US$ 100 por equipo, que luego se triplicaría.

Más allá de todo eso, la Escuela 113 “Thomas Alva Edison” de la ciudad mendocina de Guaymallén comenzó en 2004 a leer documentos de la Unesco y la Cepal sobre alfabetización digital. “Significaba mucho más que poner las computadoras en el colegio y usar Word durante 45 minutos, sino que era un mundo más complejo. Nos convino el modelo 1-1, una computadora por chico, porque si no tenían la pantalla delante no iban a aprender a usarla”, afirma Graciela Bertancud, directora del establecimiento.

En 2005, entonces, le propusieron a los chicos de sexto grado que en lugar de hacer un viaje de egresados a la Península de Valdés –para el cual ahorran desde 1º grado–, con ese dinero adquieran las computadoras. “Los chicos aceptaron unánimemente y nos enteramos de un remate de tablets PC de un banco de EE.UU. Les escribí un e-mail que me tradujo la profesora de inglés para nos guardaran 20 equipos“, recuerda.

Para su sorpresa, el destinatario del correo hablaba español y entendió la situación, así que no sólo le reservó las tablet PC sino que además les dio tiempo para que junten el dinero. Entonces hicieron muchos eventos, como ventas de rifas y kermeses para llegar al monto. Y con la ayuda de una empresa que las pudo ingresar al país sin problemas, para marzo de 2005 ya tenían las computadoras.

Más tarde, llegó el turno de los maestros, así que Graciela envío 150 e-mails a organizaciones. “Una me apoyó y nos compró la pizarra interactiva. Los docentes tienen su computadora en el escritorio. Los chicos aprendían muy rápido sobre las nuevas tecnologías y ayudaron a los docentes, quienes también nos amoldamos. Si no cambiábamos nuestra actitud, no hubiéramos progresado; si no nos ayudaban los alumnos, hubiéramos demorado mucho más”, revela Graciela.

“Cambiamos el rol, hay un clima de colaboración, siempre que el docente tenga la plasticidad. Si bien podés dominar algunos programas, hay otros problemas que no podés resolver que sí los pueden resolver los chicos”, añade la docente, y muestra los resultados: “En 2005 teníamos 20 equipos, hoy 300 notebooks desde 5 grado hasta 5º año“.

Pero, además, debieron cambiar los contenidos educativos. “No pudimos cambiar mucho el contenido curricular para que los chicos no queden fuera del sistema educativo, pero lo que hicimos fue añadir una currícula informática, para que los alumnos puedan manejar las nuevas tecnologías, como el hipertexto, por ejemplo, que son totalmente distintas a lo tradicional. De esta forma, hacemos que los chicos dominen el Facebook y no que Facebook los dominen a ellos”, explica la docente.

Lo raro es que la escuela Edison no está contemplada dentro del Programa Conectar Igualdad. Así que las computadoras se consiguen por esfuerzo propio o con donaciones, como Educ.ar e Intel, que les proveyon unas veinte Classmates. Estas últimas, como están destinadas para la alfabetización digital, son utilizadas por los chicos de hasta 7º grado. Los equipos más potentes son usados por los alumnos del polimodal, pues el colegio tiene una orientación informática.

Los proyectos de la Escuela Edison

Los alumnos del colegio, además de aprender, crean proyectos basados en la tecnología, pero con un enfoque en los problemas de la comunidad. Por ello adaptaron los Wiimote (controles inalámbricos de la Nintendo Wii) para crear una pizarra interactiva de bajo costo que ayude a los docentes a dictar sus clases. Y lo venden a otras escuelas por un precio varias veces menor a lo que costaría una solución comercial.

Esta iniciativa, llamada “Proyecto Aula Digital”, ganó el segundo lugar en la categoría Innovación de los Premios Educ.ar – Intel que distingue el trabajo de los educadores argentinos en la integración de las nuevas tecnologías a la escuela.

El uso de una pizarra nos ahorra los tiempos de aprendizaje. Porque si alguno de los alumnos sabe cómo resolver alguna cuestión de la computadora, puede explicárselo al resto de la clase, sino sería muy difícil que un docente pueda enseñarle a 30 alumnos a la vez. Ya le podemos explicar con pizarrón y tiza, necesitan una educación del siglo XXI“, explica Graciela.

Pero, además, los docentes de la escuela Edison intercambian experiencias con establecimientos educativos de otros países. “En 2005 empezamos juntos con un colegio de España, pero también trabajamos con una Universidad de El Salvador y un colegio secundario de Brasil en proyectos educativos. Es impresionante cómo la barrera idiomática se resuelve a través de las nuevas tecnologías“, relata.

Con esos establecimientos educativos crearon el Proyecto 4R, consistente en enseñarle a chicos y grandes las ventajas del reciclado y otras cuestiones realacionadas con el cuidado del medio ambiente. Los docentes saben cuál es el secreto y nunca lo olvidan. “Los chicos son la clave”, remata Graciela.

Por: Alejandro D’Agostino
Twitter: @lale_

¡Comparte esta noticia!