El Informe explica cómo crear presentaciones con IA: desde el salto del diseño manual al asistido, hasta qué plataformas convienen según el caso, con pasos prácticos, ventajas, límites y riesgos de privacidad y dependencia. Incluye ejemplos con Gamma, Beautiful.ai, Pitch, Kimi, Copilot, Gemini, Plus AI y Canva.
Autor: Claudio Peña
Del modelo clásico al asistido con IA
La nota parte de una idea simple: la presentación es un soporte para ordenar ideas y guiar decisiones. Antes exigía horas de maquetación y ajustes visuales que no siempre aportaban al contenido. La IA cambia ese equilibrio al generar un borrador coherente en segundos y desplazar al usuario hacia un rol de editor crítico.
Se describe la transición de plantillas estáticas a plantillas “inteligentes” que interpretan la función del texto y distribuyen títulos, listas, comparaciones y definiciones sin intervención manual.
También se explican los límites: la IA puede simplificar en exceso, agrupar ideas que conviene separar o no captar la intención comunicativa del autor; por eso la edición humana sigue siendo imprescindible para ajustar secuencia, énfasis y nivel de detalle.
Las capturas y ejemplos visuales refuerzan el pasaje del flujo manual a uno asistido (págs. 3–11), y el recuadro “Límites del borrador” subraya que la versión automática es un punto de partida, no una llegada.
Las presentaciones se consolidaron como estándar porque ofrecen un soporte estable para ordenar ideas y transmitirlas de manera progresiva. En la práctica, se trata de un instrumento que no solo expone datos, sino que también modela la forma en que se entienden los procesos y las relaciones entre ellos.
Cómo generan una presentación: texto, documento o URL
El documento detalla tres entradas típicas. Con “texto a presentación”, el sistema detecta intención, temas y frases clave, segmenta en bloques presentables y asigna jerarquías (título, idea principal, apoyo). Luego propone una organización espacial básica que respeta el orden lógico original para que el usuario edite con base sólida.
Con “documento a presentación”, la IA aprovecha la estructura existente (títulos, subtítulos, listas, tablas) y mapea cada sección a una o varias diapositivas, ideal para migrar informes o guías evitando reescritura.
Con “URL a presentación”, primero filtra navegación y elementos secundarios, extrae la narrativa central y arma un borrador expositivo.
El Informe incluye flujos paso a paso: en Gamma, escribir un prompt, revisar la propuesta y generar el deck (págs. 6–7), en Pitch, iniciar una presentación, elegir Start with AI, redactar el prompt y editar (págs. 14–15).
Estas guías visuales muestran la rapidez del proceso y la necesidad de controles de calidad posteriores cuando se incluyen datos, tablas o gráficos.
Estos límites muestran que el proceso automático no reemplaza la revisión crítica, sino que la reorganiza. El usuario ya no necesita construir la presentación desde cero, pero sí debe ajustar la estructura para que represente fi elmente su intención comunicativa. Esta comprensión del borrador como una propuesta inicial permite conectar con la sección siguiente, donde se describirá el ecosistema de herramientas que implementan estos procesos de maneras diversas.
Herramientas, escenarios de uso y riesgos
El ecosistema se organiza en cuatro grupos. En “opciones nativas”, Gamma se destaca por claridad estructural y maquetación adaptativa. Beautiful.ai aplica reglas de diseño para lograr estética profesional y uniforme (sin plan gratuito, solo prueba de 14 días). Pitch prioriza colaboración en tiempo real con control de versiones. Kimi combina texto e imágenes generativas para trabajos densos en información (págs. 12–16).
En “suites con IA”, Microsoft Copilot genera borradores dentro de PowerPoint respetando plantillas institucionales, y Gemini crea presentaciones en Google Slides y, con Gemini Canvas, permite prototipar ideas y alternar entre texto y visuales antes de fijar la secuencia (pág. 17).
Entre las “extensiones”, Plus AI acelera la creación dentro de Google Slides reorganizando títulos, bloques y layouts (pág. 18).
Por último, los “espacios híbridos” como Canva mezclan bloques generados y diseño manual en un mismo lienzo, útil para iterar narrativas (págs. 18–19).
El Informe ofrece criterios de selección: Gamma o Beautiful.ai sirven para un primer borrador limpio; Pitch conviene cuando participan varios editores; Kimi rinde en contenidos técnicos condensados.
Se advierten tres riesgos:
- Estilo repetitivo producto de patrones que homogeneizan la estética
- Exposición de datos sensibles al subir archivos con información personal o estratégica
- Dependencia tecnológica, tanto operativa (caídas, límites o cambios de licencias) como cognitiva, cuando se “piensa en prompts” y se pierde la práctica de estructurar sin asistencia.
Para mitigarlos, se propone editar activamente la secuencia, desidentificar información antes de enviarla, alternar trabajo con y sin IA, y aplicar una revisión sistemática de cuatro preguntas: si el mensaje central está claro, si cada sección aporta algo distinto, si los datos requieren más contexto y si alguna diapositiva puede confundir o aburrir a la audiencia (págs. 20–23).
Gemini Canvas también funciona como espacio híbrido cuando se usa para organizar ideas, resúmenes o estructuras amplias antes de convertirlas en una presentación formal. Su flexibilidad permite alternar entre texto, esquemas y prototipos visuales, lo que facilita explorar varias narrativas antes de fijar una secuencia de diapositivas.
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