Hacer una reseña sobre esta nueva edición de Tecnópolis hablando de “buena” o “mala” sería faltar a la poca objetividad que como periodista uno le pueda imprimir a un artículo de estas características. Este adjetivo es tan rotundo como variable a la vez, según la formación, las expectativas y -no podemos negarlo- la mirada política de cada individuo. Por eso me limitaré (si es que se lo puede considerar un “limitante”) a comentar las diferencias que noté respecto a mi visita anterior.
Estacionamiento
Noté mejoras en algunos aspectos que durante la primera edición estaban descuidados. Para empezar la zona de estacionamiento está ahora asfaltada y demarcada, lo que no sólo aceleró muchísimo el tiempo que nos demanda dejar el auto, sino que además evita que al volvernos nuestro vehículo esté literalmente “tapado en broza”.
Hay guías que nos orientan respecto al trayecto que debemos hacer para encontrar lugares vacíos. Importante: van a encontrar fuera del predio a los famosos “trapitos” incitando a estacionar sobre plazoletas o espacios verdes. No se apuren a hacerles caso y caer en su “negocio”. En el estacionamiento “oficial” suele haber lugar.
Comida
Un aspecto no menor, considerando que es un paseo que nos lleva la jornada completa. A diferencia del año pasado, donde los puntos de comida eran puestos aislados distribuidos casi de manera aleatoria, ahora se crearon zonas denominadas “Pausa”, donde se agrupan varios carritos en los que podemos conseguir desde comida rápida y bebidas, hasta agua caliente para el mate. Los precios son acordes a cualquier feria. En esas mismas zonas se construyeron baños permanentes con todos los servicios.
El predio
La zona cubierta es muy superior, y esto se nota cuando se llega a lo que antes era el “final” de la feria. Ahora esta zona se extiende mucho más hacia el norte, sobre todo con actividades recreativas para los chicos y hasta una rampa de unos 20 metros de altura (a ojo), que simula una pista de nieve.
Las pantallas de LED, el sonido ambiente y las luces siguen dándole a la feria el mismo destaque visual que en la edición 2011.
El video
El video es el principal protagonista de esta nueva edición, sobre todo a partir de proyectores haciendo mapeos 3D en habitaciones a 360º, o generando grandes videowalls. Si bien es un recurso moderno, vistoso y muy esclarecedor para algunas temáticas, en algunos casos se usó para suplantar a actividades más interactivas y “tangibles” que podíamos ver en la edición 2011. “Mucho ver y poco tocar” fue la consigna para propuestas como la de YPF, por ejemplo.
Tres espacios me llamaron la atención: un caleidoscopio gigante formado por una veintena de proyectores para reflejar los distintos paisajes argentinos, una excelente combinación de videowall con fuente de agua para generar la sensación de estar frente a las Cataratas del Iguazú y la presentación del sistema de satélites a cargo de la CONAE.
La robótica
Sigue estando presente con mucho desarrollo nacional. No encontré cosas que realmente llamen la atención, pero sí con muchas que entusiasman por el hecho de desarrollarse desde acá, como es el caso de ROBOTGROUP, que cuenta con propuestas para trasladar la robótica al ámbito del aula a través de robots muy interesantes y al alcance de las escuelas.
Luego hay un stand donde podemos ver a un par de robots interactuando con los chicos, a través de preguntas y respuestas. Una excelente demostración del buen uso de los sistemas de automatización, pero más cercano a un “show de marionetas”.
Una mirada al pasado
Casi de manera desapercibida, encontré en un stand una excelente recreación de la ambientación y la tecnología de los hogares de los 60´s. Ideal para nostalgicos. También podemos ver lo que eran los trenes de lujo de la línea Roca, para no olvidar una época donde viajar en tren sí era un placer.
Pero lo que merece un párrafo aparte es, en el área dedicada a la matemática y a la robótica, la reproducción de muchos de los inventos del gran Leonardo Da Vinci, con explicación del contexto en el que se dieron. No solo es un reflejo de la genialidad de este artista e inventor, sino además una excelente forma de enseñar el funcionamiento de los mecanismos simples.
Juegos y atractivos
Si van con chicos, la cosa se puede complicar un poco (para bien… o no). Hay muchas, muchas, atracciones pensadas para ellos. Los dinosaurios a escala y animados de la edición anterior; juegos al estilo pelotero; pistas de skate y bicicleta; kartings a pedal para aprender seguridad vial; representaciones del Congreso, el Cabildo y la Casa de Tucumán; y hasta una zona plagada de instrumentos de percusión basados en objetos de uso común (como tachos o cacerolas). El ruido en ese lugar es tan estridente, que tapa por completo a la música de ambiente.
La recomendación del caso es que, si van con menores de 10 años, alguien lamentablemente deberá dejar el recorrido de la feria para otro día y dedicarse a acompañarlos por la zona de juegos, porque les puedo asegurar que no se moverán de ahí en toda la tarde.
La organización
Al igual que en la ocasión anterior, hay abundantes guías y asistentes que nos ayudan en el recorrido. Y al ser un predio tan grande, se agradece la presencia del tren que nos devuelve rápidamente a la entrada.
Al igual que me ocurrió en 2011, me encontré con varias propuestas sin terminar y por lo tanto no habilitadas para visitar. Una verdadera pena para los que apuestan por esta feria desde el primer momento. Sería bueno que arranque con todo en pleno funcionamiento.
Si bien todo está organizado de manera que los recorridos sean rápidos, es inevitable la formación de colas con un promedio de 15 a 20 minutos; salvo en las atracciones más llamativas como la pista de esquí o el simulador de terremotos, donde podemos estar superando la hora de espera.
Conclusión
Con algunos agregados, algunos faltantes, y otras propuestas que permanecieron igual, se puede decir que Tecnópolis 2012 está a la altura de la propuesta. No es ni mejor ni peor que la edición anterior: es diferente. Aunque definitivamente (y por fortuna) sin caer en una fantochada con tal de repetir la idea.