Funcionarios de Reino Unido han realizado una serie de propuestas para regular el desarrollo de los modelos de inteligencia artificial. El temor a quedarse atrás en esta industria, y la presión de las empresas del sector, los han llevado a presentar esquemas que favorecen notablemente a los desarrolladores.
El permiso por defecto
Uno de los puntos claves de la propuesta oficial despertó la polémica. Se señalaba que por defecto debía considerarse que los artistas y dueños de derechos de copia accedían al uso de su material para el entrenamiento de los sistemas de inteligencia artificial. Si no querían que esto sucediera debían declarar su posición.
Como es de esperar esto no cayó muy bien, especialmente entre artistas, autores y otros creadores. Muchos de ellos ya habían visto sus obras ser empleadas como alimento para diferentes modelos sin que alguien les pidiera permiso o siquiera les avisara. Dua Lipa, Elton John y Paul McCartney han sido algunos de los artistas que han declarado públicamente su oposición a la medida.
Los resultados
Como suele ocurrir con este tipo de asuntos de interés público, las autoridades abrieron un periodo de consulta en el que el público podía compartir sus opiniones al respecto. Se planteaban 4 opciones sobre como debía intervenir el gobierno.
La opción 0 era no realizar cambios en las leyes, la opción 1 fortalecer las leyes y exigir licencias en todos los casos, la 2 era ofrecer una excepción amplia para el minado de datos, y la 3 era una excepción para el minado que permitiera preservar los derechos con medidas de transparencia. La última alternativa era la que promovía el gobierno.
Ser recibieron 11500 respuestas. El 88% señalo que prefería la opción 1, fortalecer las leyes de derecho de copia y exigir licencias para el uso del material en el entrenamiento de la IA. El 7% señaló que prefería la opción 0 y no realizar cambios y solo el 3% apoyó la propuesta del gobierno. La opción 2 se llevó el 0,5%.
Respuesta del gobierno
La secretaria de estado para la ciencia, Liz Kendall, declaró en el parlamento británico que no había un consenso claro sobre el tema y que el gobierno se tomaría su tiempo para hacer bien su trabajo.
Quienes realizaron campaña a favor de los propietarios de los derechos de copia no lo vieron de esta manera, y señalaron que los resultados ofrecían un mensaje claro: Las compañías deben pagar por los recursos que utilizan.





