No hay lugar a dudas: Angry Birds es una de las franquicias más exitosas en la historia de la industria gamer. El vuelo de los pájaros enojados ha logrado ir más allá de la estricta órbita móvil, escena que le ha catapultado a la fama en smartphones y tablets. El producto de Rovio tiene su propia serie televisiva, vende millones en merchandising, prepara su película (llegaría a los cines en 2016), e incluso cuenta con un parque de diversiones propio en Finlandia, su país de origen. Por otra parte, la noticia que indicó que la NSA utilizó la base de datos de este juego para sus maniobras de espionaje, da cuenta de la gran penetración de estas entregas a nivel global.
Sin embargo, la popularidad de Angry Birds va en declive. Según analiza The Guardian, los juegos de la saga cuenta con más de 200 millones de jugadores activos al mes, una cifra para nada despreciable aunque en picada, teniendo en cuenta que dos años atrás Rovio había reportado 263 millones de jugadores activos al mes. En tanto, la caída de jugadores activos mensuales se establece en un 24 por ciento.
La mencionada publicación indica que, según cifras correspondientes a 2013, de las ganancias de 156 millones de euros, el 47 por ciento viene de la venta de juguetes, libros y otros productos con licencia. En esta línea, los ingresos por juegos han caído respecto a 2012. También habían reflejado una reducción en ganancias en un 50 por ciento.
En 2013, Peter Vesterbacka, CMO de Rovio, había brindado una conferencia en Buenos Aires donde dijo que el éxito de Angry Birds no fue “del día a la noche” y señaló que los juegos de Angry Birds contaban con más usuarios que Twitter. Finalmente, había dicho que “se aprende mucho del éxito, pero aún más de los errores”. En este sentido, será interesante saber hacia dónde avanzará Rovio con sus pájaros y cerdos. En el futuro cercano le espera la salida de Mikael Hed, el histórico CEO de la firma, que recientemente anunció su retiro.