Por: Alejandro D'Agostino [tw: @lale_ ] / VIE, 7 / OCT / 2011

Qué perdimos al perder a Steve Jobs

¡Adiós Steve! Te echaremos de menos... Con el fundador de Apple se va algo más que un hombre: también se va alguien que vio el devenir tecnológico antes que el resto.

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Toda muerte es triste. Lamentable. Dolorosa. Y con ella, irremediablemente, se pierde algo. Si la muerte es la propia, la de un ser cualquiera, puede ser menos trágica en términos masivos. Pero la familia perderá un padre, un hermano, un amigo.

Con Steve Jobs, la familia “geek” del planeta ha perdido a uno de sus padres. Un abridor de puertas, para que el resto del mundo entrara en lo más innovador.  Si cuando las pantallas táctiles funcionaban de manera horrorosa y sólo con la ayuda de un stylus, él se atrevió a decir: “Usaremos el mejor dispositivo de señalamiento de nuestro mundo. Hemos nacido con 10 de ellos, nuestros dedos”.

Y esa frase, la escribo de memoria, porque todos los periodistas de tecnología recordamos qué estábamos haciendo en 2007 cuando se lanzó el iPhone y quedamos boquiabiertos alverlo. Y todos recordaremos qué estábamos haciendo el 5 de octubre de 2011.

Hoy en día, la mayoría de los sistemas operativos móviles usan las perlas de iOS. Todos cuentan con una tienda para descargar aplicaciones. Y la grilla de apps instaladas se encuentra en casi todos. Y la tecnología “multitouch” la poseen los teléfonos mejor equipados. Cada móvil con Android es un pequeño homenaje al talento de Jobs.

También nos abrió las puertas para las tablets. Un concepto antiguo y poco práctico, que llevaba más de 10 años y un éxito comercial circunscrito a algunos usuarios corporativos. Pero su ingenio logró que todo el mundo deseara andar por la calle toqueteando un cristal de 10 pulgadas. Y no sólo eso: que resultara tan útil que hasta logró vaticinar la muerte de las computadoras personales. Le dio forma y concepto a la “era Post-PC”.

Es raro. Escribió la partida de defunción 35 años después de haber lacrado su certificado de nacimiento. Sí señores, hace 35 años, cinco antes que la IBM PC, nacía la Apple I, una de las primeras computadoras personales con las que Jobs pretendía llevar la tecnología a los hogares.

Y luego creó el concepto de ventanas para los sistemas operativos, que resultó la inspiración para el omnipresente Windows. El eslogan por mucho tiempo de la marca fue “Piensa Distinto”.  Jobs siempre lo hizo. Y siempre le recriminó a Microsoft que nunca lo hiciera, que apostara a lo seguro.

¡Claro, como si fuera tan fácil contar con la originalidad de Steve! Si cuando probé por primera vez un iPhone y usé los pellizcos para hacer zoom en una foto, sentí que estaba viviendo el futuro. Apple me vendía ciencia ficción. Y no le erré: hoy esa característica la poseen TODOS los teléfonos multitouch.

En su último suspiro, también inspiró a Intel, la otra grande nacida en la era de las PC.El gigante de los procesadores presentó recientemente sus ultrabooks, unas ultradelgadas con un aspecto parecido (demasiado) a la MacBook Air, ese equipo que Steve se atrevió a sacar de un sobre de papel para mostrar su delgadez… ¡en la MacWorld de 2008! Sí, hace más de tres años y medio él ya tenía listo lo que Intel está mostrando ahora como “el futuro de la PC”.  Y ni hablar de las iMac, donde Jobs plasmó el actual concepto de “all-in-one”, pero en 1998.

De él siempre se dijeron cosas malas también, que no cubriremos con la manta de piedad que suele llevar a cuestas la parca, porque Jobs es tan grande como para convivir con sus luces y sus sombras. El carácter terminantemente verticalista de Apple fue una de las críticas más atroces que recibió la compañía, así como la soberbia de Jobs, que lo llevó a publicar una bienvenida socarrona a IBM cuando lanzó la PC.

Ya no es un secreto que nadie en Apple tiene nombre. Nadie puede hablar como “empleado” de Apple. En RedUSERS lo hemos vivido cuando entrevistamos a algún vocero de la firma y nos pidieron no citar su nombre. Y un montón de otras cuestiones similares, reflejados en esta nota con tono de sorna.

De todas formas, Jobs tuvo más luces que sombras. Sin dudas, fue un genio de la tecnología. Pero no solo eso. También supo cómo venderla. Cuando la industria discográfica lloraba a cántaros por la llegada de Napster, fue Jobs quien creó el iTunes Store. Y con sólo un dólar, nos permitió bajar al iPod cualquier canción. También en lo comercial, supo mostrar cuál era el camino. Y resucitó una industria condenada a muerte.

Seguramente, de ahora en más, los adelantos en tecnología no serán tan veloces. Ni tan ruidosos. Ni tan esperados. Ni tan originales. Se ha muerto Steve Jobs, uno de los creadores de la era-PC y su máximo verdugo también. La era-post PC era inevitable y todos la previeron. La era post-Jobs es difícil de imaginar.

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