VIE, 17 / JUN / 2011

Hackers de LulzSec atacan una base de Anonymous y se teme una ciberguerra

La ofensiva contra el grupo ciberactivista dejó en claro que se trata de una abierta declaración de guerra en represaria por supuestas delaciones

Vientos de guerra acechan el ciberespacio, cual si se tratara de una novela ciberpunk de William Gibson.

Los Lulz, como se autodenominan los miembros de Lulz Security, están plenamente convencidos de que miembros de la web 4chan, una de las principales bases de sus pares de Anonymous, son quienes están detrás de los avisos para denunciar a sus integrantes ante el FBI. Como respuesta, decidieron lanzar un ataque contra ese sitio, por lo menos es lo que deja entrever su propia cuenta de Twitter, denominada “el bote lulz”. Hoy esa cuenta se encuentra “saturada”.

Es que los lulz, hasta ahora no han tenido inconvenientes en atribuirse sus acciones, siempre lo han hecho, como parte de su carácter. Hace unos días realizaron un osado ataque contra la web de la CIA y se lo atribuyeron casi de inmediato.

Volviendo a la web de 4chan, esta contiene activos foros sobre cibercultura, manga y anime, allí es donde se gestó lo que hoy es Anonymous y donde se cree, continúan participando. La página quedó por momentos inaccesible y funcionaba lenta, lo que provocó gran frustración entre miembros de Anonymous, según relatan distintas webs en Estados Unidos. Una especie de advertencia habían lanzado los lulz el 12 de junio cuando publicaron en ese sitio “Si quieres ética ve a llorar a Anonymous. Los verdaderos lulzfans esperan el siguiente día para tener más diversión”.

En realidad, la inquina entre los grupos también tiene que ver con su idiosincrasia, sus formas. Mientras que LulzSec, cuyo lema reza “riéndose de su seguridad desde 2011”, tiene un estilo socarrón y utiliza la ironía y las bromas, incluso para emprender y atribuirse sus acciones, los muchachos de Anonymous se toman bien en serio su accionar y conservan un perfil ético y activista. En resumen, unos dicen querer nada más que divertirse, los otros dicen pretender cambios sociales.

Ambos tienen en común que suelen reivindicar sus acciones, que además siempre llaman la atención del mundo, por lo que han cobrado mucha notoriedad en las últimas semanas.

También suelen utilizar la misma herramienta en sus ofensivas: los ataques de Denegación de Servicio (DDoS), un arma convencional para el mundo hacker, según los que saben se seguridad informática.

Lo que es evidente, es que por sus ofensivas estos rivales de peso tienen un historial de hackeos dignos de temer. Los lulz, en su última incursión han extraido los datos de 62 mil cuentas de correo electrónico, con sus contraseñas, de una empresa de registro de dominios australiana, mientras que del otro bando dejaron fuera de línea a la web de la policía española, en protesta por la detención de tres de sus miembros.

Un conflicto como el que se cierne en este momento no tiene precedentes. Con excepción de esa especie de “guerra de guerrillas cibernética”, encarada por varios grupos en represalia por el hostigamiento contra Wikileaks y su fundador, esta podría transformarse en la primera guerra informática entre dos grandes comunidades de hackers. Cuando decimos grandes, también decimos de gran renombre en este preciso momento.

A los muchachos de Anonymous se les plantea un gran dilema, sobre todo si tenemos en cuenta el carácter ético de sus mensajes, por un lado pueden recoger el guante y contraatacar a sus hermanos hackers, como una muestra de fuerza o de “no debilidad”, por el otro pueden ignorar el episodio, desmereciendo al enemigo. El problema es que nada de eso parece aconsejable.

El peligro radica en que para una tropa descentralizada y sin comando, cualquier individuo que se sienta tocado, lo suficientemente valiente y agredido, puede perpetrar su propia contraofensiva en nombre de Anonymous, y luego, como ocurre en estos casos, la confusión, el desbande y la guerra. Hablando con propiedad: la ciberguerra.

Como en cualquier conflicto, de los siempre terribles, hasta esta versión reducida y cibernética, esperemos que no se tomen “rehenes” en el medio.

Por más interesante que alguno le pueda parecer un conflicto de nuevas formas, incruento y virtual, esperemos, que haya paz.

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