VIE, 12 / OCT / 2012

La industria de la música se renueva

La música, ese próspero negocio de algunos pocos que reinó durante casi cincuenta años en el mundo, cambió con la era digital y puso en evidencia la necesidad de adaptar los derechos de propiedad intelectual.

El que no se adapta perece, es una máxima en todas las industrias. Los cambios tecnológicos, cada batalla por mantener los lugares conquistados de las empresas, la intención de mantener contentos a los usuarios mejorando las prestaciones o el diseño y un gran número de situaciones que podemos enumerar y que no siempre son tan fáciles de realizar se fueron dando en varias industrias que fueron modificadas por internet y la digitalización.

La industria editorial de libros capto rápido el mensaje y los dispositivos se adecuaron a la realidad digital ofreciendo muchos tipos de servicios para los lectores y también muchos formatos para los editores. Quizás uno de los problemas fue el precio ya que en algunos casos la versión digital tiene similar valor a la edición en papel sin el costo del material físico, pero no hay dudas que se adapto.

La industria de la música realizo un camino inverso y quizás el más complejo, determinó que su público, sus usuarios o simplemente a quienes dirigían su negocio eran infractores y a quienes debían combatir.

Parece difícil imaginarlo así de fácil, pero sin duda desde Napster – que antiguo que suena- hasta Grooveshark, Spotify y Store de Apple han pasado un sinnúmero de sucesos en la industria de la música que han cambiado la mirada y la realidad del negocio musical.

El formato físico

Las industrias se apoyan para sus decisiones sobre tendencias, es por eso que en general aparecen en forma incipiente determinados usuarios que adoptan primero la tecnología y como luego observan que resulta cómoda y útil para otros eso configura la tendencia.

El formato físico se mantuvo durante muchos años reinando sobre  la industria de la música, quizás mucho más tiempo del necesario. Los usuarios dejaban de tener aparatos para lograr su reproducción y la música se transportaba cómodamente en los reproductores de todo tipo, mp3, notebooks, memorias, etc.

La música era bajada de diferentes formas, algunos realizaban copias de sus discos físicos, otros la intercambiaban y muchos la bajaban de sitios de descargas. El formato físico quedo en el olvido y todo se transformo en formato descargable o reproducible.

Los sitios como Grooveshark, Spotify o el Store de Apple comenzaron a tomar hace pocos años y realizar su adaptación del mercado. En el caso de Grooveshark ofrece un sistema de streeming de música gratuito e indica que ellos realizan el pago de derechos de autor, el sitio cuenta con publicidad, Spotify es pago y en Store de Apple uno realiza un “alquiler” de las canciones disponibles en el catalogo.

Si bien las compañías habían realizado sus intentos de imponer o desarrollar canales de distribución legales, el hecho de tardar tanto en la implementación determino –quizás- que los usuarios ya no estaban habituados – y no lo están aun- dispuestos a pagar por la música.

La necesidad de cambios en la propiedad intelectual

Esta situación de cambio en la música lleva a replantearse el sistema de derechos de propiedad intelectual y también de las entidades de gestión colectiva.

La música que se genera día a día llega cada vez a más usuarios y por lo tanto las decisiones ya no se imponen en la Junta de Directorio de una de las cuatro compañías más grande del mundo.

Los productos masivos si bien siguen existiendo no pueden abarcar todas las expresiones y las necesidades de los consumidores, teniendo que denominar un bien de consumo al arte, pero hecha la salvedad existe un mercado mas amplio para los nuevos artistas y de hecho la decisión de la industria de la música, quizás les generó este lugar que hoy tienen.

Los conflictos que se dan por las deficiencias en las entidades de gestión de derechos de autor hacen que también se generé una desconfianza por el derecho de autor. Esto es complejo de analizar. Lo ideal es que los autores puedan ampararse en el derecho de autor y los instrumentos de propiedad intelectual para poder decidir el mejor destino de sus obras.

La propiedad intelectual debe por estas razones adaptarse a la realidad, ofreciendo mejor protección a los autores y también a los usuarios de los productos que se generan gracias al derecho de autor. Quizás es hora de discutir plazos y formas de uso que se dan a las obras y también verificar las excepciones dadas en el sistema de la propiedad intelectual.

Se plantea un punto de partida donde los músicos y los protagonistas del negocio musical van a presentar su visión y las preguntas que nos interesan para saber cual es el camino que tomará la música en el futuro. La discusión ya esta abierta.

Guillermo Navarro @guillenavarro

 

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